
Sería estupendo contar con un recipiente imaginario en el que introducir a aquellas personas que muestran actitudes de menosprecio hacia los demás, para evitar sentirnos dañados en nuestra interacción con ellas. Estas personas las podemos encontrar en todos los contextos en los que nos relacionamos, y no siempre sabemos ponernos a salvo, hay muchos factores que entran en juego.
Por ejemplo, no es lo mismo recibir actitudes de soberbia o indiferencia por parte de una persona con la que nos tenemos que relacionar a diario, que una persona a la que vemos esporádicamente; así como no es lo mismo que exista una relación de subordinación (por tratarse de una relación laboral) a que sea una persona que vive en tu vecindario y que no tiene ninguna influencia en tu vida. Dependiendo de la cantidad de veces que tengamos que cruzarnos con esas personas…, o si es un jefe o jefa o un igual…, nuestro bienestar estará más o menos comprometido.
Para estos casos, propongo un remedio que me compartió una persona a la que aprecio mucho:
Introducir a esas personas en el cajón de los invisibles.
Este cajón representa un lugar ficticio creado en nuestra imaginación donde podemos colocar a esas personas cuyas actitudes perniciosas nos afectan emocionalmente. Al imaginar esta acción, nos permite establecer una barrera entre nosotras y esas personas, evitando así que sus actitudes de menosprecio nos lesionen de algún modo. Sin embargo, este cajón no pretende ignorar por completo a estas personas, ya que podemos interactuar con ellas de manera neutral, manteniendo nuestra tranquilidad y sin permitir que sus actitudes negativas nos afecten. Tampoco sustituye la propia capacidad de parar los pies a otras personas, de ponerles límites o de decirles basta, hasta aquí hemos llegado.
Debemos considerar las implicaciones éticas y morales de usar tal habilidad: la de hacer invisibles a los demás. Aunque es natural desear alejarnos de personas tóxicas, también es importante recordar que cada persona tiene su propia historia y razones por las cuales se comportan de esa manera. Un poquito de empatía, por favor. Si es posible trabajar en soluciones constructivas para salvar la relación, podemos intentarlo. Pero, si no está en nuestra mano, o esa persona no tiene intención de tener una buena relación con nosotras (puede tenga cierto complejo de superioridad, temporal o no) hay una solución que no falla, siempre y cuando nos la tomemos en serio:
Situarla en el cajón de los invisibles y continuar con la propia vida.
Esta estrategia, la del cajón de los invisibles, nos permite protegernos emocionalmente en situaciones donde no podemos evitar el contacto con estas personas. Al cerrar mentalmente el cajón y dejar a esas personas en situación de «invisibles», nos ayudamos a mantener nuestra paz mental y a evitar que nos dañen sus comportamientos, o los comentarios que nos llegan de ellas, dejamos de darles poder. El gran pensador Michel Foucault siempre ha dicho que el poder es una ilusión, y que no responde a nada extraordinario en propiedad de un sólo ser humano. El poder es una red que se teje alrededor de alguien, por algún interés concreto, que sitúa a esa persona en un lugar más visible que al resto, pero que igual que llega también se va, y puede que después no quede nada; puede que esa red invisible que sostiene a quién se cree portador del poder se rompa en cualquier momento, dejando a esa persona caer al vacío.
Cultivemos algo más que los vínculos interesados, forjemos vínculos auténticos y desapegados con los demás.
Debes saber que, en caso de necesidad, la metáfora del cajón de los invisibles es poderosa para restar influencia a los actos lesivos por parte de los demás: por un oído me llega, y por el otro me sale. Con la ayuda de este cajón estamos creando un espacio seguro para nosotras mismas, donde podemos recuperar nuestra fortaleza emocional, nuestras propias metas, crecimiento personal y relaciones positivas.
En resumen, el cajón de los invisibles es una forma de autodefensa emocional que nos empodera y nos ayuda a mantener un equilibrio emocional saludable. Siempre debemos priorizar nuestra salud y bienestar emocional sobre todas las cosas.
Inmaculada Asensio Fernández.