Belén Navarro en las I Jornadas de Servicios Sociales de Roquetas de Mar: desmontando mantras y repensando las raíces del Trabajo Social

Tomada de: https://www.youtube.com/watch?v=26dWyz6Lpl0

El pasado 11 de octubre se celebraron las I Jornadas de Servicios Sociales en Roquetas de Mar, un encuentro que reunió a profesionales y expertas para reflexionar sobre el presente y futuro del sistema público de servicios sociales, así como para presentar el modelo de servicios sociales en el que se ha estado trabajando desde el Consejo General de Trabajo Social. En mi caso, gracias al Colegio de Trabajo Social de Almería, tuve la oportunidad de visionar las diferentes intervenciones a través del canal de YouTube del propio Colegio, y en esta entrada de blog me voy a centrar en la intervención de Belén Navarro Llobregat, titulada «Sistema Público de Servicios Sociales: Análisis y Diagnóstico».

Desde el primer minuto, Navarro no dejó lugar a dudas: el modelo actual de servicios sociales está agotado y requiere una reestructuración que no solo atienda sus errores estructurales, sino que también incorpore la perspectiva ética. Fue especialmente valiente al cuestionar los mantras que a menudo repetimos sin reflexión crítica, como la idea de que «los servicios sociales tratan de mejorar la calidad de vida de las personas, o que hay que «dar voz a los sin voz»…

«La gente ya tiene voz, otra cosa es que se la hayamos quitado», afirmó, invitándonos a repensar las narrativas con las que legitimamos nuestras prácticas.

Belén Navarro introdujo el concepto de «ontologías sociales», un marco teórico que, tomando como referencia a David Casassas, permitió contextualizar cómo las sociedades organizan sus sistemas de (supuesto) bienestar. Me pareció especialmente relevante su crítica a la ontología social neoliberal, que ha atravesado -como dice ella- nuestro sistema público desde 2008, individualizando la exclusión y reduciendo los servicios sociales a una mera gestión de recursos para garantizar la subsistencia: un modelo que prioriza la burocracia sobre las personas, deshumanizando tanto a las personas usuarias, como a las profesionales.

Belén criticó que los servicios sociales siguen atrapados en la lógica del binomio necesidad-recurso, que no aborda las causas estructurales de la exclusión ni de la marginación. Me impactó la agudeza con la que calificó la labor profesional que se ejerce en servicios sociales hoy día, desde la perspectiva profesional del Trabajo Social:

La frustración de un trabajo social imposible, encerrado en dinámicas de «palo y zanahoria» que confunden la inclusión social con la imposición de criterios externos.

Sin embargo, su intervención no se quedó en la crítica, sino que realizó algunas aportaciones para la mejora, para trabajar en la reconstrucción del sistema, empezando por la desvinculación de la garantía de subsistencia de los servicios sociales. Su apuesta por un enfoque universalista, que garantice la subsistencia material como derecho subjetivo e inherente a cada persona, me pareció esencial para avanzar en el giro que el modelo está pidiendo. Esto liberaría al sistema para centrarse en lo que realmente importa:

el acompañamiento y la generación de vínculos humanos significativos.

Me resultó inspirador escuchar su defensa de la ética como eje transversal del sistema, y que no puede quedar concretada únicamente en los códigos deontológicos, sino que debe permear las estructuras y prácticas organizativas. COINCIDO 100%. La creación de comités de ética y la supervisión profesional, tal como ella propuso, son herramientas imprescindibles para devolver la humanidad y la reflexión crítica a nuestras intervenciones. Y el AUTOCUIDADO añado yo, para evitar los daños al estar interviniendo en sistemas tan precarios, y en medio de lógicas macro económicas tan injustas y despiadadas… neoliberales. Trabajar cerca del dolor también nos afecta, esto ya se ha demostrado con las investigaciones sobre la fatiga por compasión en servicios de urgencias médicas.

También recordó a la profesión de Trabajo Social que «no somos las únicas responsables de la justicia social; que luchar por este valor es un deber colectivo, de todas las profesiones que ejercen en servicios sociales».  Este recordatorio nos libera de la carga de sentirnos responsables únicas de reparar las fallas del sistema, pero también nos interpela a actuar desde nuestras posibilidades, y sin esperar resignadas a que el cambio venga dado desde arriba.

La intervención de Navarro fue un verdadero revulsivo, expresada desde una perspectiva republicana y crítica, nos invitó a abandonar la resignación y a reclamar nuestro lugar como trabajadoras sociales comprometidas con la justicia social. Su análisis, afilado y profundamente fundamentado, reafirma en la necesidad de luchar por un sistema público de servicios sociales que sea ético, inclusivo y verdaderamente transformador. Sin duda, su ponencia en Roquetas de Mar no dejó a nadie indiferente, y abrió varios hilos de debate para cuestionar el modelo actual de funcionamiento y gestión de los servicios sociales.

Con intervenciones como la suya, queda claro que el cambio no solo es necesario, sino urgente. Es nuestra responsabilidad recoger estas propuestas, debatirlas y convertirlas en acción, porque solo así lograremos construir un sistema de servicios sociales que sea realmente digno, humano y justo.

Inmaculada Asensio Fernández.

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