Ana María Vilar Valera: otro modelo de servicios sociales es posible

El pasado 11 de octubre, las I Jornadas de Servicios Sociales celebradas en Roquetas de Mar se convirtieron en un espacio de reflexión y debate sobre el presente y el futuro del sistema público de servicios sociales. Gracias al Colegio de Trabajo Social de Almería, tuve la oportunidad de visionar la intervención de Ana María Vilar Valera a través del canal de YouTube del Colegio Oficial unos días después. Su ponencia, “Nuevo modelo del Sistema Público de Servicios Sociales que defiende el Trabajo Social», no solo destacó por su claridad comunicativa, sino también por su propuesta para rediseñar un sistema permanentemente en crisis.

Un diagnóstico sin pelos en la lengua

Desde el inicio, Ana María Vilar no titubeó al presentar una realidad cruda: el sistema público de servicios sociales está atrapado en un modelo asistencialista que reduce a las trabajadoras sociales a meras gestoras de recursos. Esto no es nada nuevo, añado yo, pues desde que yo misma realicé la carrera, desde 1997 hasta el 2001, esta era la crítica mayoritaria dentro del imaginario colectivo vinculado a la profesión: nos condenan a la gestión de recursos, nos impiden avanzar como profesionales dotadas para el trabajo familiar y el trabajo personal. Señaló que el modelo actual, basado en este binomio necesidad-recurso, se remonta al Plan Concertado de Prestaciones Básicas y se ha perpetuado a través de un entramado normativo que, aunque ha evolucionado en el papel, no ha transformado la práctica.

La crítica de Vilar fue incisiva: la relación de ayuda, esencia del trabajo social, está distorsionada y reducida a un esquema mecánico de otorgar ayudas. Citando a Pedro Celiméndiz, lamentó que la profesión haya abandonado su componente terapéutico y comunitario, generando una despersonalización que sitúa a las personas atendidas como meras destinatarias de ayudas. Esta dinámica no solo fomenta una dependencia social insostenible, sino que también socava el propósito transformador de los servicios sociales.

El asistencialismo como cáncer del sistema

Vilar denunció el asistencialismo como una de las mayores perversidades del sistema actual. Según su análisis, este modelo no aborda las causas estructurales de la exclusión ni ofrece soluciones sostenibles a largo plazo. Además, la intervención social se ha desplazado hacia el tercer sector, dependiente de subvenciones públicas y donaciones privadas. Esta dinámica ha debilitado la capacidad reivindicativa de estas entidades y ha dejado a los servicios sociales públicos atrapados en una lógica administrativa y burocrática.

«Hemos llegado a un punto en el que miramos más los requisitos que cumple una persona, que a la persona misma», afirmó con contundencia.

Una propuesta transformadora: redescubrir la esencia del sistema

Frente a este panorama, Vilar presentó un modelo alternativo que busca recuperar la esencia del sistema público de servicios sociales. Según su visión, el objeto del sistema debe ser la promoción y protección de la convivencia y las relaciones significativas en los diferentes entornos de las personas, grupos y comunidades. Este enfoque, basado en la generación de bienes relacionales y el apoyo social, se aleja de la mera provisión de prestaciones, para centrarse en acompañar a las personas en sus procesos vitales, reparar los daños sociales y fortalecer sus vínculos.

La propuesta de Vilar incluye una serie de medidas clave para transformar el sistema:

Desvinculación de la garantía de subsistencia del sistema público de servicios sociales, transfiriéndola a un sistema de garantía de rentas independiente.

Revalorización del diagnóstico social como función exclusiva del trabajo social, acompañado de una clasificación diagnóstica que permita un lenguaje común en la profesión.

Recuperación del trabajo comunitario y grupal, junto con la implementación de supervisión profesional como derecho de las trabajadoras sociales.

Incorporación de la ética como eje transversal en todas las prácticas, a través de comités de ética que orienten y supervisen la intervención social.

Una llamada a la militancia profesional

Ana María Vilar cerró su intervención con un mensaje contundente: la profesión de trabajo social es una militancia. No hay espacio para la resignación ni para el conformismo. Según ella, las trabajadoras sociales deben reivindicar su papel como profesionales de referencia en los servicios sociales y luchar por un sistema que priorice las relaciones humanas sobre las dinámicas burocráticas.

«Nuestro objeto es promover y proteger la convivencia, y no podemos permitir que esta misión se diluya en la gestión de ayudas o en tareas que no nos corresponden».

Conclusión: otro modelo es posible y necesario

La ponencia de Ana María Vilar Valera fue una llamada urgente a la acción, un recordatorio de que el sistema público de servicios sociales necesita un cambio estructural profundo. Su propuesta, fundamentada en una visión ética y humanista, no solo invita a repensar el sistema, sino que también ofrece un camino claro para transformarlo.

Como trabajadoras sociales, tenemos la responsabilidad de defender esta visión y de trabajar por un modelo que devuelva al sistema su esencia transformadora. Las ideas de Vilar no solo son inspiradoras, sino que también representan un desafío: ¿estamos dispuestas a asumir nuestra militancia y luchar por un cambio real? La respuesta, como sugiere su intervención, no admite medias tintas.

Inmaculada Asensio Fernández.

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