Por Inmaculada Asensio Fernández.
En su intervención durante las I Jornadas de Servicios Sociales, Belén Navarro Llobregat (2024) lanzó un comentario que quedó resonando durante un rato en mi cabeza: “tenemos que querernos mucho como profesionales”, refiriéndose a las trabajadoras y trabajadores sociales de los servicios sociales. Esta afirmación de Belén no se centra en trabajar cada una su autoestima como pueda, sino que propone replantearnos qué tipo de relación mantenemos con nuestra profesión, con los y las compañeras del trabajo, las personas atendidas y con nosotras mismas.
A la profesión de Trabajo Social se le atribuye el objetivo último de promover la calidad de vida de las comunidades que atiende, cuestión que Belén Navarro considera absolutamente ridícula. Teniendo en cuenta el modelo de gestión y funcionamiento de estos servicios, en un panorama laboral que recluye a las y los profesionales en sus despachos, sin levantar la cabeza del ordenador (…) enfocarse en conseguir esa meta es una trampa mortal. La verdadera importancia de la profesión de Trabajo Social es acompañar a las personas, trabajar los vínculos, realizar un adecuado diagnóstico social de la situación que presenta una persona, para trabajar en el restablecimiento de su funcionalidad personal y social.
Todas sabemos que ejercer como profesional en servicios sociales es muy exigente, y emocionalmente demandante. Diariamente se abordan problemas y situaciones durísimas, a las que hay que responder desde un sistema imperfecto, lento (listas de espera) y escaso en recursos (poco presupuesto). La presión suele ser elevada y es relativamente fácil caer en el agotamiento profesional. Como señaló Navarro, la mayoría de quienes trabajamos en este ámbito somos mujeres, y muchas veces cargamos con la exigencia de cumplir con estándares altísimos que nosotras mismas nos imponemos. Pero ¿en qué momento dejamos de ser nuestras mayores críticas para convertirnos en nuestras mejores aliadas?
¿Qué significa querernos mucho como profesionales?
Querernos es practicar el autocuidado sin bajar la guardia, reconocernos y reconocer a quiénes nos rodean (solidaridad), pero también poner límites cuando sea necesario. Vamos a verlo.
Es fundamental reconocer nuestra labor, «sin esperar el reconocimiento de los políticos; ese no llegará» esto también nos lo recuerda Belén Navarro. En su lugar, debemos aprender a validar nuestras contribuciones y logros al trabajo y al servicio que ofrecemos.
Querernos mucho también significa crear redes de apoyo entre colegas profesionales: compartir (aprendizajes, experiencias y frustraciones) y salir de esa sensación de aislamiento.
Querernos también se traduce en poner límites, saber decir «no» cuando sea necesario y priorizar nuestra salud física y mental. No podemos ser efectivos para los demás si no estamos bien con nosotras mismas.
Es necesario reparar también en los pequeños logros que obtenemos, máxime en un ámbito profesional en el que nos enfocamos en acompañar para resolver problemas. Nuestro trabajo tiene un impacto en la vida de otras personas, aunque a veces no seamos conscientes de ello.
También es muy importante reclamar buenas condiciones de trabajo, dignas y respetuosas. Quién me conoce sabe que yo misma he hecho público las pésimas condiciones de trabajo que tuve en una experiencia profesional en el ámbito de las adicciones, y que, aunque en el momento no reclamé a través de los cauces oportunos, una vez elaborada la experiencia, la hice pública, para tratar de infundir en otras personas el valor y el apoyo necesario que todas y todos deberíamos recibir en esos momentos.
Querernos mucho no es solo un consejo de Belén Navarro, es una estrategia de supervivencia y un camino hacia la sostenibilidad profesional, para no contaminar aún más los espacios de trabajo, así como el resto de espacios de esparcimiento de la persona.
Merece la pena poner la atención en esta idea: reconocer nuestro valor, apoyarnos mutuamente y hacer del autocuidado una prioridad. Porque solo desde el amor propio y el respeto por nuestra profesión podremos seguir adelante con la fuerza necesaria para enfrentar un sistema público de servicios sociales como el que tenemos, imperfecto y en los huesos.
Inmaculada Asensio Fernández