
La respuesta a qué hacemos con los regalos que nos ofrecen en nuestro puesto de trabajo debería ser una construcción compartida por toda la plantilla, por tanto, fruto de un proceso conjunto de reflexión.
Las profesiones que ejercen en servicios sociales cuentan con referencias legales y deontológicas para orientar el comportamiento profesional respecto a la aceptación de posibles regalos en el marco de una actuación profesional. Al final de esta entrada de blog te comparto algunas referencias legales y deontológicas respecto a este asunto, para no desviarnos ahora de otro aspecto que me parece fundamental y que no contraviene esas disposiciones, como es la importancia de reflexionar en equipo sobre estas cuestiones para llegar a consensos razonables.
Considero importante que los propios centros de servicios sociales realicen una reflexión de equipo sobre la aceptación de obsequios y regalos, y que constituya una herramienta viva, situada y nacida del diálogo entre quienes comparten el terreno profesional: Política institucional sobre la aceptación de regalos.
Porque es cierto que hay gestos que son simples expresiones de agradecimiento: un bote de miel de cosecha propia, una caja de naranjas del cortijo, una planta, una caja de bombones, incluso ese bote de colonia de supermercado de 10 u 11 euros que alguien entrega con ilusión porque es lo que puede y quiere ofrecer. No es lo mismo que un reloj, un perfume de marca o una tablet que lo descrito con anterioridad, y toda la plantilla de profesionales debería saber discernir la diferencia, sobre todo para no sobrepasar esa línea que traspasa la cortesía, y que genera incomodidad porque resta neutralidad e imparcialidad al proceso de ayuda.
Un obsequio jamás debe generar un compromiso en quién lo recibe, porque en este caso no se trata de un gesto sin más, sino de una contraprestación para conseguir otra cosa.
Necesitamos hablar de estas cuestiones, sentarnos como equipo y discutir a través de la reflexión ordenada sobre casos reales vividos en el centro o en la carrera profesional de cada persona miembro del equipo, poner palabras a las sensaciones que a veces nos dejan ciertos regalos. También es necesario reconocer que no es fácil negarse a recibir un regalo, decir no, sin herir. Del mismo modo que tampoco es fácil aceptar algo cuando sentimos que podría condicionar la relación.
Por eso pienso que esta política tiene que ser una construcción colectiva, elaborada desde la práctica cotidiana, porque nadie conoce mejor los matices de esta cuestión que quienes sostenemos día a día los vínculos con las personas atendidas en servicios sociales. Luego, esta política debe ser revisada por las personas con responsabilidades de gestión municipal, para dar su visto bueno y que sea algo acordado para todo el equipo.
Es necesario garantizar que todas las personas profesionales actúen bajo los mismos criterios, con honestidad, transparencia y respeto, pero sobre todo con humanidad. Por tanto, no se trata solo de limitar, sino de proteger el vinculo y la imparcialidad, pero también la dignidad del gesto de la persona que necesita corresponder de algún modo, con agradecimiento.
Veamos una propuesta de puntos clave para desarrollar una política de aceptación de regalos para un centro de servicios sociales comunitarios:
PRIMERO. Finalidad de la política
Explicar brevemente el propósito, basado en proteger la imparcialidad profesional, cuidar el vínculo con las personas atendidas, garantizar la transparencia institucional y evitar conflictos de interés o clientelismo.
SEGUNDO. Ámbito de aplicación
Especificar a quién se aplica, que debería ser toda la plantilla del centro de servicios sociales, incluyendo personas con responsabilidades políticas, jefaturas, personal de administración y servicios, equipo técnico, alumnado en prácticas y personal voluntario, si lo hay.
TERCERO. Definición de regalo, obsequio o detalle
Es necesario delimitar claramente de lo que estamos hablando, para que no haya dudas. Incluir ejemplos para que sea comprensible y situar a cada persona profesional en la cuestión. Por ejemplo:
- Regalos materiales (bombones, flores, objetos, ropa, cosméticos, dinero).
- Invitaciones a comidas, celebraciones, viajes o servicios.
- Favores personales (descuentos, trueques, etc.).
CUARTO. Criterios para diferenciar entre gesto de cortesía y regalo inadecuado
Resulta fundamental tener claro que no es lo mismo un bote de colonia fresca de supermercado, que un perfume de marca. Se pueden establecer criterios como:
- Valor económico estimado.
- Intención percibida (agradecimiento espontáneo vs. influencia).
- Contexto (individual o generalizado, momento del proceso de intervención (no es lo mismo al inicio que cuando ya ha finalizado, etc.).
QUINTO. Prohibición expresa de regalos de alto valor o que puedan generar compromiso
Es importante recoger claramente los regalos que es obligatorio rechazar en todos los casos:
- Superen los usos sociales habituales.
- Puedan influir en decisiones profesionales.
- Supongan trato desigual hacia otras personas atendidas.
SEXTO. Mecanismo de registro o notificación
Crear un protocolo sencillo y accesible para toda la plantilla de profesionales. Por ejemplo:
- Informar al equipo o a la coordinación si se recibe o se ofrece un regalo.
- Registrar de forma interna cualquier regalo aceptado, indicando fecha, persona, motivo y valor aproximado.
- Documentar los rechazos, si corresponde.
SÉPTIMO. Criterios para la aceptación compartida (ej. dulces, plantas, manualidades)
Establecer que algunos regalos sólo pueden ser aceptados, si:
- Son de carácter colectivo (para el equipo, no una persona).
- No tienen valor económico relevante.
- Se comparten en espacios comunes (por ejemplo, una caja de bombones en la sala de descanso).
OCTAVO. Protocolo para el rechazo respetuoso de regalos
Ofrecer ejemplos de frases o estrategias para rechazar regalos con amabilidad, sin herir.
Ejemplo: “Gracias por el detalle, pero no podemos aceptarlo por nuestra política profesional, que además es de obligado cumplimiento para todas las profesionales, disponible en el tablón de anuncios del centro. Lo que más valoramos es su reconocimiento”.
NOVENO. Revisión periódica y participación del equipo en su elaboración y actualización
Incluir que esta política no es rígida ni impuesta, sino construida de forma participativa.
Proponer su revisión anual o bianual con implicación de todo el equipo, o el Espacio de Reflexión Ética constituido en el propio centro, que está dispuesto para reflexionar sobre temas que generan malestar profesional o riesgos éticos.
DÉCIMO. Anexos o referencias legales y bibliográficas
Asensio Fernández, I. (2019, 8 de agosto). Soy trabajadora social y me pregunto: ¿Debo aceptar regalos en mi puesto de trabajo? Recuperado a fecha 16/11/2025, de: https://inmaculadasol.com/soy-trabajadora-social-y-me-pregunto-debo-aceptar-regalos-en-mi-puesto-de-trabajo/
El artículo 54 del Estatuto básico del Empleado Público incluye: “el rechazo de cualquier regalo, favor o servicio en condiciones ventajosas que vaya más allá de los usos habituales, sociales y de cortesía, sin perjuicio de lo establecido en el Código Penal”.
El artículo 26 de la Ley 19/2013, de 9 de diciembre, de transparencia, acceso a la información pública y buen gobierno, incluye entre sus principios de actuación, referidos a miembros del Gobierno, Secretarios de Estado y al resto de los altos cargos de la Administración General del Estado, “no aceptar para sí regalos que superen los usos habituales, sociales o de cortesía, ni favores o servicios en condiciones ventajosas que puedan condicionar el desarrollo de sus funciones. En el caso de obsequios de una mayor relevancia institucional se procederá a su incorporación al patrimonio de la Administración Pública correspondiente”.
El artículo 23 del Código Deontológico de la Profesión de Trabajo Social (2012) señala que: “La situación de poder o superioridad que el ejercicio de su actividad pueda conferir al profesional del trabajo social sobre la persona usuaria, nunca será utilizada por aquel/lla para su lucro, interés o beneficio propio”.
Autora de este artículo:
Inmaculada Asensio Fernández.
Directora de la Estrategia de Ética de los Servicios Sociales de Andalucía.