Un itinerario es la ruta que se recorre con algún objetivo, y en la que se describen los lugares por los que se va a pasar.

El camino que recorre la enfermedad es único (no irrepetible) en cada persona y situación, de manera que para trazar la ruta es necesario establecer puntos de apoyo (en cada caso los suyos) para transitarlo con las mayores garantías de bienestar desde las primeras fases del diagnóstico. Esto va a garantizar la salvaguarda de la dignidad de la persona desde el más escrupuloso respeto a su autonomía

En estos escenarios en los que la fragilidad humana se pone de manifiesto, el trabajador o la trabajadora social que forma parte de los Equipos Básicos de Salud desempeña un papel fundamental. Su labor consiste en brindar apoyo y orientación a las personas y sus familias, especialmente cuando se enfrentan a enfermedades sobrevenidas o recién diagnosticadas.

El trabajador social se convierte en un aliado valioso al ayudar a diseñar el itinerario de cuidados necesario para atender la nueva situación. Esto implica identificar las necesidades específicas de la persona y de su entorno familiar, y desarrollar un plan de cuidados que garantice una atención integral y adaptada a cada caso.

En este sentido, son diversos los recursos que el trabajador social puede poner en marcha para favorecer el proceso de recuperación o re-adaptación a la nueva situación. Además de movilizar los propios recursos que la persona y su entramado familiar puedan aportar, el profesional está capacitado para solicitar los recursos necesarios a las Administraciones Públicas.

El objetivo es garantizar que la persona cuente con los servicios y apoyos adecuados para enfrentar los desafíos que surgen como consecuencia de una enfermedad repentina o un diagnóstico reciente. Esto implica coordinar con otros profesionales de la salud, facilitar el acceso a tratamientos médicos, terapias y cuidados especializados, así como brindar apoyo emocional y orientación en el proceso de adaptación a la nueva realidad.

Cabe destacar que el trabajador social no solo se enfoca en la persona afectada, sino que también presta atención al entorno familiar y al entorno comunitario, que será facilitador y limitativo para la persona. Esto implica trabajar en colaboración con los miembros de la familia para fortalecer su capacidad de cuidado y ofrecerles herramientas y recursos que les permitan afrontar de manera adecuada la situación de fragilidad, y también coordinarse con los servicios sociales comunitarios, y con el tejido asociativo de la zona.

El papel del trabajador o la trabajadora social en los Equipos Básicos de Salud tiene su espacio en la ayuda a las personas y sus familias para enfrentar y adaptarse a situaciones de fragilidad humana. Su labor se basa en el diseño de un itinerario de cuidados personalizado, que combine los recursos propios de la persona y su entorno familiar con aquellos que pueden ser solicitados a las Administraciones Públicas. Mediante este enfoque integral, se busca facilitar el proceso de recuperación y re-adaptación, brindando el apoyo necesario en todos los aspectos físicos, emocionales y sociales.

Verdaderamente, no nos es posible anticipar por completo cuál va a ser el comportamiento de la enfermedad, o más bien la manifestación biológica de sus síntomas en todos los casos, pues la evidencia científica no es homogénea para todas las situaciones que se describen; sin embargo, si se puede llevar a cabo un plan, en función del diagnóstico y pronóstico médico, que desde el enfoque profesional del Trabajo Social va a tener muy en cuenta la actitud y habilidades de la persona y de su unidad de convivencia, además de valorar de manera detenida su situación socio-económica y familiar, para anticipar los problemas derivados de la ausencia o negligencia de los cuidados, lo que va a ser fundamental para prever el comportamiento de la misma y su afectación a la dinámica de la vida diaria del sujeto que atraviesa la enfermedad.