
Imagen de Inmaculada, por Erika Asensio
Son muchas las veces en las que me he sentido animada a compartir cómo entré a trabajar en la Administración de la Junta de Andalucía, porque por suerte o por desgracia somos muchos los que hemos sufrido la etiqueta de “enchufados de la Junta”, por no ser funcionarios ni interinos, sino que accedimos a nuestro puesto a través de un proceso de selección llevado a cabo por una Empresa de Trabajo Temporal (ETT).
Quiero dejar claro, para comenzar, que jamás he recibido el favor de persona, empresa o cosa para formar parte de ningún equipo o proyecto de trabajo. Mi madre ha sido cocinera y mi padre se ha dedicado al sector de la construcción, hasta que aprobó unas oposiciones para trabajar como policía local en el Ayuntamiento de Almería, profesión que ha ejercido durante más de 20 años. Ellos me proporcionaron una formación académica adecuada a mi vocación e intereses, sin embargo su brazo nunca ha sido tan largo como para darme acceso a ningún tipo de trabajo público, ni tampoco privado.
Terminé mis estudios de Trabajo Social en el año 2001, en Inglaterra. A mi regreso a España los únicos trabajos que encontré eran de niñera, comercial en empresas de telefonía o en la hostelería. Mi primer trabajo cualificado como trabajadora social surgió en 2003, en la Asociación de Esclerosis Múltiple de Almería, y desde ese momento hasta hoy no he parado de trabajar.
En Junio de 2007 aprobé una bolsa de empleo público de la Diputación Provincial de Almería. Ese mismo mes comienzo a trabajar en la localidad de Huércal de Almería, en los Servicios Sociales Comunitarios, dejando atrás 4 años de experiencia profesional en la Asociación de Personas con Discapacidad “El Saliente CEE”, en la que trabajé como Responsable de Calidad y posteriormente como Gerente.
Durante todo ese año 2007 fui alternando pequeños contratos de trabajo con el desempleo, de manera que no permanecía más de 20 días en el “paro”, pero a la vez tenía frecuentes cambios de destino por toda la provincia de Almería.
En Enero de 2008 vi una oferta de empleo en http://www.infojobs.net que cambiaría el rumbo de mi carrera profesional:
“la Fundación Andaluza de Servicios Sociales buscaba trabajadores sociales para llevar a cabo un proyecto consistente en la puesta en marcha de la Ley 39/2006 de Promoción de la Autonomía y Atención a la Dependencia en Andalucía”.
Había muchas personas inscritas, pues las ofertas de trabajo relacionadas con trabajo social eran escasas, de manera que sin ninguna esperanza presenté mi candidatura. Para mi sorpresa, días después de inscribirme recibo un email de infojobs en el que me informan que estoy convocada al proceso de selección citado, el cual iba a ser llevado a cabo por una empresa de trabajo temporal (ETT) sita en la localidad de Roquetas de Mar: EULEN. El día de la fecha y hora señalados, me dirigí a la ETT para la entrevista, y para mi sorpresa -en lugar de ser entrevistada personalmente, me invitaron a tomar asiento alrededor de una gran mesa ovalada, junto a otras personas, todas trabajadoras sociales y expectantes ante el desconcierto de la entrevista.
Una chica muy amable y elegantemente ataviada – más tarde me enteré que era psicóloga- apareció para decirnos que nos iban a pasar una prueba escrita consistente en una serie de preguntas cortas sobre temas relacionados con el trabajo social y con el objeto de la convocatoria. Una vez hecha esta prueba, nos administraron un test psicotécnico, un tanto pesado, consistente en pruebas de agilidad mental e inteligencia práctica, y una vez terminado el test nos hicieron pasar por una última prueba basada en organizar y ordenar la documentación de un hipotético expediente.
Este día marché a casa un tanto extrañada y confusa, pues no había preparado mi entrevista para las pruebas planteadas. Sin embargo al día siguiente me llamaron por teléfono y me dijeron que había superado la primera fase del proceso de selección y me dieron cita para –esta vez sí- la realización de una entrevista personal.
Acudí a la ETT el día acordado para realizar la entrevista, y en el desarrollo de la misma mostré a la psicóloga entrevistadora mis preocupaciones respecto a si entrar a trabajar en la Fundación Andaluza de Servicios Sociales o no hacerlo, por varios motivos:
- Primero, porque en Diputación me llamaban con mucha frecuencia y el sueldo era muy bueno, y me apenaba rechazar las ofertas de empleo de esta administración local.
- Segundo, porque había solicitado una beca con la Fundación Carolina para irme a Costa Rica durante 3 meses, para llevar a cabo un proyecto de investigación en la Facultad de Trabajo Social de San José, y no quería renunciar a la posibilidad de realizar este sueño.
- Tercero, porque el contrato era sólo para 6 meses y luego igualmente iría al paro, de manera que para qué ingresar a trabajar aquí en lugar de esperar a un nuevo contrato de Diputación.
La psicóloga que me hizo la entrevista me dijo que estaba dentro del perfil de personas que la Fundación Andaluza estaba buscando, y me aconsejó no rechazar un trabajo como ese en un momento de crisis económica incipiente (2008), de manera que tras pensarlo decidí aceptar el puesto de trabajo.
Mi primer día de trabajo en la Fundación Andaluza de Servicios Sociales me explicaron que mi ubicación diaria sería en la calle de las Tiendas en Almería, en la sede de la Delegación Provincial de Igualdad y Bienestar Social (pues así se llamaba en ese momento), de manera que este se convirtió en mi lugar habitual de trabajo.
El día que llegué a la calle de las Tiendas ya había otros trabajadores sociales trabajando para poner en marcha la denominada ´ley de dependencia´, y habían entrado con las mismas condiciones que yo; pero también había personas trabajando a tal efecto con un contrato de interinidad, de manera que unos y otros compartimos unos primeros intensos años de trabajo y fantásticas relaciones personales.
Pasa el tiempo y nuestro contrato se va prorrogando… y al par de años comienzan a surgir una serie de quejas y reivindicaciones por parte del personal interino y funcionario por la contratación irregular de personas en la Junta de Andalucía, y a partir de este momento el clima se comienza a enrarecer y comienzan a surgir divisiones entre el personal funcionario, los interinos y las personas contratadas por obra y servicio –como era mi caso. A las personas contratadas por obra y servicio se nos tacha de enchufados y enchufadas, y se reivindica el despido de todas las personas contratadas de este modo.
De alguna manera mi corazón y mi razón se dividen a la par: por un lado entiendo cierta parte de las reivindicaciones de algunos compañeros, en el sentido de que pugnan por un proceso de selección uniforme y objetivo, que como es lógico es lo esperable de una administración pública; pero por otro lado a todas las personas contratadas nos meten en el saco de los enchufados de la Junta, y hay personas que llevan a tal extremo sus reivindicaciones que comienzan a realizar descalificaciones y desprecios a las personas contratadas por este cauce. No fue fácil soportar pitadas a las 12 del medio día en la puerta del lugar de trabajo solicitando el despido de las personas que habíamos sido contratadas (incluso a veces por algunos de los propios compañeros), sin embargo también era un derecho por parte de los mismos el reclamar y exigir lo que para ellos era inadmisible: contratar a personas obviando los cauces establecidos para ello.
Los años han pasado y las cosas se han ido calmando, sin embargo todo el mundo sabe quiénes son los enchufados de la Junta de Andalucía, y muy a mi pesar yo estoy en el saco. De este modo, cuando alguien hace mención a los enchufados de la Junta en un grupo o reunión, yo me doy por aludida, pues esa es la etiqueta que nos pusieron y que viaja con nosotros. De hecho, hace poco me ocurrió: estaba desayunando con un grupo de profesionales a los que no conocía, y comenzaron a quejarse de los enchufados de la Junta. En ese desayuno había una persona que me conocía, y que sabía que yo era contratada, y le dijo a la otra mujer:»Inma también es contratada en la Junta, no funcionaria», y esta mujer suavizó un poco el tono de sus comentarios y ya no dijo nada más. Esto me llevó a darle vueltas a la cabeza para contar mi historia respecto a este tema, en un acto de búsqueda de cierta legitimidad: yo no soy una enchufada, lo digo alto y claro.
Ahora la Fundación Andaluza de Servicios Sociales ha desaparecido, y en su lugar nos encontramos contratados por la Agencia de Servicios Sociales y Dependencia de Andalucía. Puedo decir que tras 8 años y pico de trabajo, por fin en Noviembre del año 2015 he firmado mi contrato como indefinida “no fija” de la citada Agencia, y continuo desarrollando mi labor como trabajadora social, creciendo como profesional y como persona, y rodeada de personas también maravillosas. Pues lo cierto que tras los conflictos estamos las personas, y esto es lo más importante.
Hoy día la situación de todos los trabajadores de esta Agencia está bastante normalizada y pacífica, creo que todos hemos sabido rescatar esto, al menos los que nos conocemos, apreciamos y tratamos a diario. Sin embargo, muchas han sido las veces que me ha apetecido dar a conocer mi experiencia, pues una misma realidad ha de ser contemplada desde diferentes puntos de vista. Cuando esto se hace, el objeto observado cambia y se despiertan muchas comprensiones.
Autora: Inmaculada Asensio Fernández
Gracias por compartir esta experiencia, es muy interesante.
Donde trabajo actualmente también hay varios tipos de contratos y fórmulas de acceso, es cierto que genera malestar entre los compañeros/as.
Si los procesos, públicos y privados tuvieran la máxima difusión y transparencia la situación mejoraría.
Es tanta la desesperación por trabajar que nos indigna perder oportunidades por no enterarnos de las ofertas a tiempo de participar.
Si, son tiempo difíciles. En mi caso la oferta estuvo un tiempo en infojobs, pero no se realizó a través de oposición, que es lo que más conflicto produjo. Por mi parte, me presenté a una oferta de trabajo y me seleccionaron. Me siento afortunada. Un abrazo Gema.
Buenos días Inmaculada,
Felicidades por exponerte, por dar tu punto de vista y por poner de manifiesto, una vez más, el daño que hacen los prejuicios.
Yo soy funcionario interino en la Agencia de Servicios Sociales y Dependencia. Estoy en los servicios centrales. No he empleado en mi vida el término de enchufado o enchufada. Bueno, te miento, alguna vez, objeto de la ira por identificar conductas arrogantes…No me siento orgulloso de ello. Más si cabe porque también soy trabajador social. Qué paradoja defender la justicia social y formar parte de conflictos laborales agrediendo a otras compañeras y compañeros.
Desde mi punto de vista, formamos parte de una sociedad muy crispada, simplona, que recurre con demasiada facilidad al insulto. Hace falta tomar distancia y analizar con perspectiva las diferentes alternativas que los poderes públicos ofrecen. Estamos inmersos en unas estructuras laborales que hacen de la desconfianza su seña de identidad. Igualmente somos los responsables de generar a nuestro alrededor relaciones de confianza. Tu testimonio es claro ejemplo de ello. Permíteme seguir «enchufado» a tu mirada. Gracias
Hola Daniel, qué alegría encontrarte por aquí, aunque por azares de la vida esta misma mañana he estado yo en Servicios Centrales y nos hemos conocido personalmente… Me ha gustado ponerle cara a un compañero con el que he hablado más de una vez y de dos por teléfono. Gracias por comentar la entrada de blog y por enriquecer mi relato con el tuyo. Para mí también es importante hacerme acopio de otras miradas. Espero que nos sigamos “viendo”, o al menos hablando. Gracias a Alexander Graham Bell podremos conectar en tiempo real Almería – Sevilla en un solo segundo. Recibe un abrazo compañero.