Hoy es día 25 de diciembre. Feliz navidad son las dos palabras básicas para afrontar este día.
La navidad es una festividad que hunde sus raíces en tradiciones religiosas, pero que las trasciende, ya que hoy día se celebra más como un acto social y cultural, que como evento religioso.
Fechas como estas destacan el papel social de la familia, del amor y la paz entre todas ellas… Y sin embargo siguen siendo fiestas que despiertan muchos sentimientos de tristeza y desesperanza, en un buen número de personas… Unos porque no disfrutan reunidos con su familia (todas las familias felices se parecen, y las infelices la ‘arman’ el día de navidad); otras porque no tienen ocasión de reunirse (divorcios, muertes, separaciones trágicas de toda índole, enemistades manifiestas y odios latentes…etc). O incluso otras familias porque se encuentran azotadas por problemas como la pobreza, la enfermedad y el desencanto por la vida… a las que lo que menos les anima es sentarse a escuchar -mucho menos cantar- villancicos tradicionales, envueltos en felicitaciones y declaraciones varias de paz, amor y felicidad.
El abordaje de la navidad, como fenómeno social de inabarcables consecuencias emocionales (dulces y tristes a partes iguales), merece ser puesto en entredicho, aunque sólo sea un poco, pues puede despertar tanto dicha como negatividad (sólo basta con echar un ojo a las redes sociales… y de todo encuentras).
Por mi parte, me niego a afirmar rotundamente que sólo la alegría entra en el Portal de Belén, o que sólo la hipocresía, el consumismo y la tristeza entran en el mismo sitio. No depende de la ‘Navidad’ en sí, sino de tus circunstancias de cada año, y de cómo esa palabra ómnibus: NAVIDAD, encaja en tu vida ahora, el valor que le atribuyes a lo que culturalmente representa.
Las familias que son capaces de vivir y revivir todos esos sentimientos asociados a la navidad (paz, amor…) merecen todo mi respeto. Por tanto, para mi la cosa está en no denostar la navidad, aprender a apreciar lo positivo que proporciona a muchas familias (las reune, les infunde ilusión y les brinda un espacio para intercambiar afectos…); y también la cosa está en no darle un valor supremo que nos sitúe como pobres infelices si no logramos vivir ese sueño mágico de película norteamericana, de esas en las que aparece un enorme Papá Noel dispuesto a ayudarte a cumplir todos tus deseos. Todo en su justa medida.
Tanto aqui, como en el Portal de Belén, los pies en la tierra. Equilibrio, mesura y apertura. No tiene que ser ni tan bueno ni tan malo… sólo es una estación más en la trayectoria de la vida, con una parada al año…, ¿tiene que ser exactamente igual cada año?
Lo dicho, feliz navidad.
Inmaculada Asensio Fernández.
Que bueno amiga!! Que grande! Cada día escribes mejor!!
Totalmente de acuerdo. Un abrazo y feliz Navidad! O..no! 😜
Gracias Laura. Un abrazote grande