Una enfermera que trabaja en cuidados paliativos, se ha dedicado durante los últimos años a acompañar a las personas a morir, y ha revelado las 5 cosas más comunes de las que se arrepienten en su lecho de muerte.
Según señala esta mujer, el proceso de morir es intenso y está bañado de un gran crecimiento para la persona, así como individualmente cada uno encuentra la paz a su manera.
En algún momento ella les preguntó si se arrepentían de algo o si habrían hecho alguna cosa de otra manera, y éstas son las cosas que la mayor parte de ellos contestó:
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Ojalá hubiera tenido el coraje de vivir una vida fiel a mí mismo, y no en base a lo que los demás esperaban de mi.
Este era el pesar más común de todos. Cuando las personas se dan cuenta de que su vida está a punto de terminar y miran hacia atrás con esta nueva lucidez, es fácil ver cuántos sueños no se han cumplido. La mayoría de las personas no habían cumplido aún ni la mitad de sus sueños, y tenían que morir sabiendo que era debido a las elecciones de vida que habían hecho.
Es muy importante tratar de honrar -al menos- algunos de los sueños en el camino. Desde el momento en que se pierde la salud, ya es demasiado tarde. Tener salud trae una libertad de la que muy pocos se dan cuenta, hasta que la pierden.
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Ojalá no hubiera trabajado tan duro.
Según señala esta enfermera, este comentario le llegó por parte de casi todos los hombres a los que atendió. Sienten que perdieron su juventud, a sus hijos y a sus parejas por la desmedida atención a sus trabajos. En este último momento, sólo les parece una pérdida de su precioso tiempo.
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Ojalá hubiera tenido el coraje de expresar mis sentimientos.
Muchas personas sienten que se han pasado la vida suprimiendo sus sentimientos para evitar conflictos con los demás, y de este modo vivir en paz. Sin embargo, sienten que se conformaron con una existencia mediocre y poco honesta. Se dan cuenta de que verdaderamente es muy importante tener una comunicación clara para no acumular resentimiento y amargura.
No se pueden controlar las reacciones de los demás, y aunque las personas inicialmente pueden sentirse contrariadas por nuestro acceso de honestidad, al final las relaciones alcanzan un nivel nuevo y más saludable. Además, cuando se pierden relaciones no saludables, todos ganan.
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Me habría gustado tener más contacto con mis amigos/as.
Muchas personas están tan atrapadas en la matrix de sus propias vidas que poco a poco se han ido alejando de sus viejas amistades. Esto es algo que pesa mucho cuando se llega al final del camino, sobre todo porque en ese momento ya se es consciente de que se pierden para siempre.
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Me hubiese gustado permitirme a mí mismo/a ser feliz.
Muchas personas no se dan cuenta hasta que llegan al final del camino de que la felicidad es una elección que no depende más que de uno mismo. La mayor parte de las veces las personas están atrapadas en viejos patrones y hábitos que los hacen muy infelices, por no hablar de la conocida “zona de confort” a la que se suele sucumbir muchas veces, y que va minando poco a poco la vida de la persona. Todos se habrían reído más y se habrían tomado la vida menos en serio. Y una de las cosas más sorprendentes es que en el lecho de muerte a nadie le importa lo que los demás piensen de ellos. Es curioso, pero de algún modo se es más libre.
La vida es el resultado de nuestras elecciones, pues independientemente de las circunstancias que nos toque vivir, siempre podemos elegir cómo vivirlas, y cómo cambiarlas (en el caso de que sintamos que hay que cambiar algo). Aún así la vida es una oportunidad y un gran camino para el aprendizaje, y lo que cada cual quiera hacer con ella no es sino su propia elección, y merece todo el respecto del mundo por ello.
Los resultados del “estudio” de esta enfermera nos ayudan a comprobar que cuando se está al final, cuando ya no queda nada, y no hay nadie a quién contentar, lo único que deseas es haber sido más tú, respetarte más tú, y vivir según tus valores y principios siendo la mejor persona del mundo: TÚ.