
Ilustración de Rebecca Dautremer
Los seres humanos tenemos millones de pensamientos cada día, y gran parte de ellos responden a patrones aprendidos en familia desde la infancia, así como a través de las normas culturales del entorno social y momento histórico en el que hemos crecido.
Se puede decir que hay muy pocos pensamientos novedosos en el día a día de cualquier persona de a pié; más bien se trata de una sucesión de imágenes, escenas, diálogos, recuerdos… almacenados y mezclados una y otra vez.
Podemos afirmar que estamos de algún modo atrapados en la trama de la famosa película El día de la Marmota, comedia norteamericana en la que el protagonista está condenado a repetir cada día las mismas situaciones, escenas, encuentros… atrapado en el tiempo.
Y así vivimos sin darnos cuenta: atrapados en el tiempo… en lo que escuchábamos y veíamos en casa, en las experiencias del colegio, en lo que nos marcó aquel verano, en las primeras decepciones amorosas, o de amistad… y así un largo etcétera de memorias que han quedado ancladas en nuestra manera de articular los pensamientos, marcando una senda por la que atravesamos cada día. En algunas personas esa senda está llena de grandes espinas, desconfianzas y desazones que desfiguran el enorme potencial de experiencias presentes, con todo lo que la vida está dispuesta a ofrecer, si abrimos las manos.
Tener esto presente es importante, pues supone aceptar la enorme responsabilidad que tenemos sobre nuestros pensamientos, pues de un modo u otro son los que marcan nuestra vida.
¿Quién serías tú sin tu historia?– Pregunta la célebre autora Byron Katie.
Imagina que no tuvieras recuerdos, que no tuvieras identidad, que no tuvieras conciencia de la familia a la que perteneces, de las personas con las que te has venido relacionando… Imagina que sólo estuvieses conectado al momento presente, a las sensaciones corporales que te indican que estás vivo… ¿Qué sería de tu día a día? ¿Cuáles serían tus pensamientos predominantes? ¿Cómo te orientarías en la vida?
Considerar todas esas interrogantes es importante, así como tener en cuenta que nuestros pensamientos están generando un medio en el que nuestras células se desarrollan; de nuestros pensamientos depende que ese medio sea más o menos tóxico, con la consiguiente repercusión para el desarrollo de la célula (a la luz de los resultados de las investigaciones del biólogo *Bruce Lipton). La célula es el ser viviente y la persona es una comunidad de todas ellas (unos 50 trillones de células).
El biólogo celular estadounidense Bruce Lipton realizó diferentes experimentos con células para demostrar el impacto que tiene el entorno en su desarrollo, y él mismo lo detalla así:
– Puse una célula madre en un plato petri y, como cada diez horas se divide en dos, al cabo de dos semanas, tenía miles de células, todas idénticas.
– Luego cogí algunas de ellas, las coloqué en otro plato y cambié el entorno celular (son más como peces porque viven en un entorno fluido). Cambié la química en ese plato y ahí formaron músculo.
– Después, cogí otras del primer plato y las puse en un entorno diferente, y se formó hueso, y otras se convirtieron en grasa al volver a cambiar el entorno.
Entonces, la pregunta es muy sencilla, ¿Qué controla el destino de las células? Todas eran idénticas, lo único que era diferente era el entorno.
(…) Si pongo al ser humano en un entorno nocivo, igual que la célula, también enferma. Si lo trasladas a un entorno sano, entonces también puede sanar.
La mente es energía -sostiene Lipton. Y cuando piensas, transmites energía, y los pensamientos son más poderosos que la química.
Bruce Lipton (http://goo.gl/xiox9H).
Merece la pena plantearse qué tipo de pensamientos gobiernan nuestra vida, dado que generan un entorno en nuestro interior que puede afectar a la evolución y salud de nuestras células, por no hablar del bienestar o malestar emocional al que pueden someternos.
¿Quién serías tú sin tu historia?
Inmaculada Asensio Fernández
Estoy profundamente de acuerdo.
Nuestra historia, nuestra experiencia, nuestro entorno… y nuestros pensamientos. Hay un momento en la vida de las personas en la que por primera vez tomamos conciencia de ellos, de su poder, y esto nos transforma. Hay un antes y un después.
Si, justamente eso: un antes y un después. Los pensamientos son un potente motor para la vida de las personas. O nos potencian o nos anclan… Un abrazo.
Es muy cierto Inmaculada!!!. Me encanta tu información así como todas tus aportaciones. Besos.
Gracias Rosa. Un abrazo.