Si. No. No sé. No me apetece. Puede que sí. Quizá con el tiempo. Es arriesgado. Yo paso. Me va a doler. Esto no sirve para nada. Mejor no voy. Estoy bien así. Yo quiero esto. Ahora sí ahora no. No lo veo claro. ¿Y si sale mal? No va a funcionar. Estas cosas nunca llegan a ningún sitio. Yo no tengo suerte. Me han dicho que mejor no lo haga. No puedo. Sé de alguien que le fue mal. Por qué me iba a salir bien. Soy incapaz. Va a ser un fracaso. ¿Por qué ahora? Mejor me voy. Dejémoslo así. No tengo ganas. Vete. Me voy. Hola. Adiós. Siempre. Nunca. Mañana mejor. Es inútil. Cuando esté preparado.
Al final estamos solos frente a nuestras decisiones, y con ellas vivimos el resto de nuestra vida. Aciertos y desaciertos van completando el complejo puzzle de experiencias que atravesamos hasta el fin de nuestros días.
Las decisiones son movimientos importantes que marcan el devenir de nuestra vida. Si bien es cierto que la búsqueda de información y de diferentes visiones sobre una situación dilemática (contrastando nuestro punto de vista con unos y con otros), tratan de allanar el camino… aún con ello hay situaciones en las que nos bloqueamos, dudamos, e incluso rechazamos tomar una determinación.
Lo curioso es que cada persona ofrece una mirada sobre lo que a ti te preocupa desde el lugar en el que se encuentra, la responsabilidad que le otorga el vínculo que tiene contigo, y su propio saber y experiencia… amén de sus valores personales.
No es criticable buscar fuera de uno mismo la respuesta, no lo creo; sin embargo no es sinónimo de garantía y acierto.
¿Sabes de verdad lo que hace falta para tomar una decisión?
VALOR
Autora: Inmaculada Asensio Fernández.