Sinergias inesperadas cuando dos blogs conversan sobre trabajo social digital: oportunidades y amenazas

Esta mañana he dado lectura a una magnífica reflexión sobre trabajo social digital, publicada por María José Aguilar Idáñez, una compañera de la red nacional de blogs de trabajo social ´BlogoTSfera´. A través de su relato, repasa los antecedentes y prácticas pioneras representativas del trabajo social digital en nuestro país, así como expone su utilidad en la era de la comunicación Web 2.0.

Los universos digitales están rompiendo todos los límites hasta ahora conocidos para desarrollar profesiones eminentemente presenciales, así como, para participar y compartir en los espacios virtuales del e-conocimiento y del e-intercambio profesional, en los que el vector fuerza está concentrado en un sólo click, a través del teclado y con el soporte de una pantalla.

Ciertamente, yo misma he podido comprobar la efectividad del trabajo social digital a través de mi apoyo, durante este periodo de confinamiento, al Servicio Andaluz de Teleasistencia; en el que -no sólo se mantiene un contacto «cercano» en lo emocional con las personas atendidas- sino que también se gestionan servicios y ayudas, recorriendo los vericuetos y caminos de este universo digital.

Sin embargo, hay un aspecto de la intervención profesional que últimamente ronda mucho mi cabeza, y que al leerte – María José Aguilar- me apetece ponerlo en conversación con tus palabras, siempre tan profesionales y cuidadas, y no me extiendo más, allá voy:

Las bondades del trabajo social digital suponen un avance para la profesión, pero últimamente me preocupa que –en pos de la evolución tecnológica- se desdibuje el componente relacional del trabajo social. Observo una tendencia –cada día más acusada- hacia la modificación de las prácticas habituales de la profesión en esos aspectos íntimos de la relación, sobre todo en lo concerniente a la visita domiciliaria y a la intervención profesional en los contextos ordinarios en los que se desarrollan las personas.

Comparto tu afirmación de que “las TIC han penetrado en todas las esferas de la realidad social”, sin embargo, el domicilio de una persona es el aspecto más reservado, y el que más información nos puede proporcionar sobre el estilo de vida de una persona, sus relaciones y dificultades, y todo ello para realizar un adecuado diagnóstico social, e intervenir en consecuencia con una persona y su unidad de convivencia.

Considero que hay que poner en valor el componente relacional del trabajo social, cada vez más denostado por la cultura organizacional de los servicios sociales…, muchas veces por sobrecarga de trabajo, y otras sencillamente porque la productividad y la eficacia se mide con otros parámetros diferentes a los propósitos que persigue la relación de ayuda y el trabajo social.

Al mismo tiempo, comprendo perfectamente que la emergencia de esta pandemia nos ha forzado a protegernos tras los muros de nuestros hogares, y muchos aspectos habituales de la profesión están ahora en paréntesis; pero en momentos de desescalada, como en el que nos encontramos ahora, cada vez me llegan más noticias sobre centros de trabajo que estudian la posibilidad de adoptar medidas de prevención y seguridad – de ahora en adelante- que pueden implicar realizar valoraciones sociales telefónicas, con carácter general, para evitar posibilidades de contagio.

La visita domiciliaria permite aplicar las técnicas de entrevista y observación, con fines de diagnóstico y de intervención social, y el fruto de esas observaciones no se puede suplir de ningún otro modo. Los espacios en los que se desarrollan las personas hablan por sí solos, y ese intercambio de información entre profesional, contexto y persona, quedarían vedados.

Sin embargo, como bien dices, el uso generalizado de las tecnologías, han hecho posible la aparición de nuevas formas de socialización profesional y de gestión de las relaciones en la atención a las personas, y considero que esto puede ser muy bueno, de hecho, yo misma he comprobado la eficacia de estas nuevas formas de socialización, y como anécdota puedo asegurar que en estos dos meses y pico de confinamiento, he tenido más reuniones técnicas  -respecto al desarrollo de la profesión- que en todo el año 2019: todas virtuales y muy útiles.

Pero, como una misma moneda puede tener dos caras, me gustaría conversar contigo, a través de tu blog, acerca de la opinión que te merece la sustitución (o cuasi- sustitución) del componente relacional presencial (el contacto – con tacto), por prácticas virtuales y/o telefónicas.

Una voz amigable y cercana no puede compartir el mismo espacio ni el mismo escenario de intervención, del mismo modo que cien máquinas no pueden hacer una flor.

¿Te apetece conversar con mi blog y escribir sobre ello?  Yo encantada, como sabes, de leerte.

Life starts all over again when it gets crisp in the fall (1)

Inmaculada Asensio Fernández.

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