Que nada ni nadie te quite el sueño

ImagenPara muchas personas el sueño es simplemente una rutina más de la vida diaria y no se plantean que una de las cosas más importantes para afrontar bien el día es el descanso de la noche anterior. Dormir bien es necesario para estar de buen humor y para tener energía suficiente para cumplir ese ciclo de 12 ó 15 horas que estamos despiertos y en activo. Este es un asunto al que en nuestra cultura no se le ha dado mucha importancia, salvo cuando hay un desarreglo importante al respecto y se acude al médico, psicólogo o especialista en la materia en busca de ayuda.

Hay situaciones diarias que pueden alterarnos el sueño, algunas de ellas incluso difíciles de controlar en el momento; haber tenido un problema grave en el trabajo, o una discusión acalorada con la pareja, vernos envueltos en algún malentendido, o sentirnos ofendidos o molestos por la actitud de alguna persona de nuestro entorno y llevarnos eso a casa, o lo que es peor, a la cama con nosotros. Y la inercia del momento puede ser dejarnos llevar por lo que sentimos, por todas nuestras razones (pues en esas situaciones todos estamos cargados de razones), seguir nuestras tribulaciones mentales, los pensamientos atropellados, los deseos de venganza o resarcimiento por la ofensa -en teoría- recibida; o por soportar la rabia y decepción por aquello que consideramos que tendríamos que haber dicho o hecho, y en el momento ni hicimos ni dijimos, por mencionar sólo algunas de las situaciones.

Otras veces nuestro sueño no es reparador porque nos conformamos con dormir menos horas, nos vamos a la cama con el ordenador y nos quedamos conectados hasta las tantas, o atendemos llamadas telefónicas a deshoras, pues parece que desde que tenemos móvil, debemos estar disponibles las 24 horas del día. Todas estas situaciones reflejadas como ejemplos demuestran que no tenemos suficiente respeto por el proceso del sueño y eso, queridos amigos, tarde o temprano pasa factura. Si nos ocurre un día aislado no reviste ninguna importancia, pero luego de varios días así, si los síntomas persisten, podemos hacer uso de las recomendaciones para dormir bien que abundan en internet ( no tomar café durante el día, o al menos nunca después de la hora del almuerzo; cenar ligero; no acostarse con los pies fríos, hacer algún tipo de ejercicio físico por la tarde…). Sin embargo hoy no me quiero extender en este tipo de recomendaciones, que están al alcance de todos, sino que más bien me gustaría incidir en la importancia de tomar la decisión diaria de comprometerse con el acto de dormir bien, otorgándole el valor que tiene para nuestra salud y para afrontar el nuevo día.

Parto de la idea de que cuando tomamos conciencia de la importancia del sueño en nuestra vida, podemos tomar ciertas medidas para educar nuestra conducta diaria al respecto, y esto nos puede ayudar a poner los límites necesarios para que nada ni nade nos quite el sueño.

Hace un tiempo asistí a un taller de psicología sufí para la apertura del corazón, y recuerdo que la persona que condujo el taller nos comentó que el sueño había de ser tomado como algo sagrado, de manera que hasta incluso si antes de irnos a dormir hemos tenido una discusión o una mala noticia, y nos sentimos heridos, tristes o enfadados, hemos de utilizar todos nuestros recursos para proteger nuestro sueño de todas las emociones que se mueven dentro de nosotros. Mencionó como ejemplo que cuando una pareja tiene un enfrentamiento, si es hora de ir a la cama, lo adecuado para respetar cada uno el descanso de su compañero es darse la mano, y dejar para el día siguiente aquel asunto importante que nos mantiene enroscados en esa posición de victimas de las circunstancias. Aplazarlo (y esto exige una gran disciplina mental) o simplemente restarle importancia, o mejor aún, recordar al otro (antes de que suba la escala del conflicto) que es tarde y que no es el momento para comenzar ese tipo de conversación; siempre es mejor prevenir que curar y respetarse ante este tipo de situaciones: mi descanso ahora es lo primero. En este preciso instante, en este minuto, no voy a cambiar el mundo, no hay nada que hoy pueda hacer y mañana no. Necesito parar ahora, cargar pilas, para obtener las fuerzas que necesito para afrontar esta historia.

Compartiendo todo esto con vosotros soy consciente de la dificultad que puede entrañar en la práctica, pues he podido comprobar los efectos de una noche en vela, por un problema, o un disgusto derivado de atender una llamada a deshoras, por ejemplo, y he aprendido que adoptar conductas -por así decirlas higiénicas- en esos momentos, puede mejorar tu vida. Reconozco que a fecha de hoy protejo muy mucho mi sueño, con sus excepciones, claro está, pues esto de pertenecer al género humano es lo que tiene.

Hace unos años, en una conversación con un colega, lo escuché hablar de un futbolista que había superado un grave cáncer, y que aseguraba que uno de sus secretos para sobreponerse al diagnostico fue justamente que, el mismo día que los médicos le dijeron que tenía cáncer, él se fue a casa y durmió toda la noche, las 8 horas seguidas. Según comentaba mi colega, en la entrevista que le hicieron aseguraba que no se había permitido que ese asunto alterara su sueño, ni un sólo minuto, que había aprendido a aparcar las preocupaciones antes de irse a dormir y en esa ocasión no iba a ser menos. El mismo futbolista estaba convencido de que eso, entre otras cosas, lo había salvado.

Es curioso que muchas veces cuando tenemos una preocupación o problema, creemos que hablando de él una y otra vez (lo que comúnmente conocemos como desahogo) o pensando las cosas mil veces, reconsiderándolas en todas sus posibles versiones… las solucionamos, cuando en realidad, por lo general, las hacemos más grandes e insoportables muchas veces.

Respetar nuestro sueño, darnos cuenta de que, como antes decía, no hay nada que hoy pueda hacer que no pueda hacer mañana; darnos cuenta de que no es tan importante hacer ahora esa llamada aclaratoria, o enviar ese correo electrónico, que lo puedo hacer mañana; que no tengo que iniciar esta discusión en este momento, porque es en este momento que ha surgido el “chispazo”, que es mejor no tirar de la madeja para no terminar enfrascados en una situación que seguro nos quitará el sueño.

En mi caso, apagar el móvil a las 10 de la noche, desconectarme del ordenador a una hora prudencial antes de acostarme, para no engancharme a contestar emails, leer artículos o noticias que ahora no vienen al caso… parar una discusión a tiempo, o simplemente realizar algún tipo de ejercicio para parar el pensamiento, o incluso mejor aún, para programar nuestro sueño, me ha cambiado la vida.

Os propongo en esta entrada de hoy un ejercicio de Jose María Doria para programar un sueño reparador que a mi me funciona:

Antes de irte a dormir, más aún si alguna preocupación te ronda, toma una libreta o un trozo de papel y, por escrito, ordena a tu cuerpo y mente lo que deseas, que en mi caso solía ser: “Ordeno a mi cuerpo y mente que esta noche me proporcionen el sueño reparador que necesito. Deseo desconectar de todo lo que me ha sucedido durante el día, caer en un sueño profundo. Gracias”. Este papel lo dejas en la mesita de noche, apagas la luz y te dispones a dormir. A mi me ha sorprendido la sencillez y la eficacia.

Dormir, respetar nuestro sueño, es una de las cosas más importantes y que requieren una gran conciencia y compromiso personal.

2 comentarios en “Que nada ni nadie te quite el sueño

  1. mamapasitos dijo:

    Hola. Gracias por tu artículo. Yo soy miy aficionada a estar con el móvil hasta el momento de cerrar los ojos y lo dejo rn la mesilla y a la minima que no puedo dormir vuelvo a cogerlo…me he dado cuenta que me está perjudicando mucho el sueño así que a partir de ahora lo dejaré fuera de la habitacion. gracias por los consejos voy a empezar a aplicarlos.

    • inmaculadasol dijo:

      El uso de los móviles hasta el último momento… es un «nuevo mal» que nos acecha a tod@s, debemos permanecer atent@s, para reconducir la situación cuando sea necesario. Gracias por dejar un mensaje en el blog, te mando un fuerte abrazo.

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