La paciencia es un músculo como cualquier otro que conviene ejercitar, porque vivimos en una sociedad donde se cultiva justamente lo contrario: ser el más rápido, el más competitivo, el mejor, atesorar más… con lo que trabajarla tiene que ver con derribar ciertos cimientos culturales sólidamente arraigados.
Si hay algo que caracteriza al ser humano es el deseo, y este deseo puede entrañar tanto sentimientos positivos derivados de sentirse vivo o viva, como un sentimiento de frustración o sufrimiento cuando la “cosa” que se desea no parece estar a nuestro alcance, aquí y ahora. Eso acelera todos nuestros mecanismos físicos y psíquicos para intentar conseguir lo deseado, y no caer en el pozo de la desilusión.
La paciencia es necesaria para afrontar los diferentes retos y cambios que nos plantea la vida, para hacerlo de manera reflexiva, ordenada y pacífica, y con el menor coste emocional posible –el justo para poder aprender y crecer, pero sin entrar en el *sufrimiento (http://es.wikipedia.org/wiki/Sufrimiento).
Poner el foco de atención en tu paciencia, equivale a una apuesta por ti mismo o misma, por acercarte a la idea del No Hacer, ya expuesta y desarrollada por Emilio Carrillo (http://emiliocarrillobenito.blogspot.com.es/). Trabajar la paciencia significa estar en el aquí y ahora, enraizarte todo lo que puedas a tierra, pisar suelo firme, sin ansiedad, sin prisas… desde la idea original de que si algo tiene que suceder, sucederá.
Desde la paciencia no se experimenta el miedo. Todo lo contrario, se experimenta el amor… la escucha, la entrega a la propia vida, el gozo y el agradecimiento por estar aquí.
Trabajar la paciencia es aceptar la ansiedad cuando aparezca; sentarte a respirar y esperar que pase.
Esperar que pase.
Las cosas más hermosas de la vida, las más duraderas o sólidas, no se consiguen en un segundo. Requieren su tiempo.
Deja espacio para que sea, lo que tenga que ser. No te apresures. No permitas que tus pies se eleven del suelo, pues el contacto con la tierra te proporciona el equilibrio que necesitas para caminar por la vida. Abre los ojos, es todo un mundo lo que tienes ante ti: el cielo, las nubes, las personas que te rodean…
Observa con conciencia: eso es la espera. Eso es dejar espacio para que sea, y bendito sea si ES, y si no ES, pues también.
Inmaculada Asensio Fernández.
Fragmentos de vida contemplando el mar.