Las crisis son problemas que se originan por situaciones que, aunque suelen ser temporales, provocan un desorden en el estilo de vida, hábitos y forma particular de interpretar el mundo por parte de la persona. El concepto de crisis, pues, se refiere a un desajuste de un estado de equilibrio, debido a un acontecimiento que puede ser vivido como una amenaza o como un desafío, en principio incontrolable. Todo lo que conocías…, todo aquello con lo que te has venido identificando hasta la fecha, se tambalea o desaparece.
Las crisis asustan mucho, pero una vez se supera una, se desarrollan habilidades y estrategias de afrontamiento que nos acompañan durante toda la vida.
Conceptos fuerza: Acontecimiento – Temporal – Incontrolable – Desorden – Desajuste – Equilibrio – Amenaza – Desafío – Oportunidad – Maduración – Recursos.
El acontecimiento de la crisis crea un problema en la vida cotidiana de la persona que la está padeciendo, y afecta a su estabilidad durante una temporada, ya que digamos que vive en una especie de secuestro emocional. Es presa de lo que siente y lo vive con total intensidad, de manera que, o bien se afana desesperadamente por encontrar una salida a su prisión (con tensión o ansiedad), o bien puede desmoronarse y entrar en un estado de suma pasividad y melancolía, lo que puede preceder a una fase de depresión.
Tanto la ansiedad por salir, como la pasividad y la tristeza de la depresión son los intentos desesperados que hace nuestro ser biológico y emocional por mantenerse a flote y no hundirse del todo. Sin embargo, ni un estado ni el otro garantizan que la salida se produzca con más rapidez y con menos daño; es decir, el precio de madurar y salir fortalecidas es que durante un tiempo nos va a doler, y esta realidad es como un peaje que hay que pagar sí o sí para renacer como el Ave Fénix.
Las crisis se caracterizan por la brusquedad con la que aparecen y los estragos que producen en la dinámica habitual de vida, en el sentido de que parecen arrasar con todo lo que encuentran a su paso. Sin embargo, éstas suponen una oportunidad para reorganizarlo todo, para tirar aquello que ya no nos sirve y para reajustar lo que se necesita para continuar con el propio rumbo.
Créeme, son experiencias vitales por las que atraviesan todas las personas en algún momento de su vida, y están ahí para hacernos crecer.
Las crisis llegan y se van. No te empeñes en otra cosa. Son como una estación de tren por la que hay que atravesar temporalmente. No se puede vivir en un estado de crisis permanente, de hecho difícilmente se soportaría. De un modo u otro, la naturaleza humana encuentra los mecanismos de auto regulación para adaptarse a la nueva situación, hacer los cambios necesarios para mejorar nuestro presente, y sobre todo re-definir nuestro propósito y proyecto de vida, pues hasta que llega el momento de la cuarta pregunta -como lo llaman muchos- o de la muerte, son muchas las enseñanzas, recorridos, aventuras, ilusiones, cambios y re-estructuraciones por las que hay que atravesar para terminar reconociendo: “Si, he vivido”.
Aprendiendo de la naturaleza.
He leído por ahí que las águilas tienen un ritual muy curioso para madurar, a través de su larga vida. Cuando su pico y sus uñas están tan deformadas por el paso de los años que les impiden defenderse y alimentarse de la manera más adaptada al medio y a su naturaleza, se retiran a una montaña elevada, y en la más absoluta y escrupulosa soledad, se arrancan una a una cada una de sus uñas con su propio pico, para finalizar arrancándose el pico también, golpeando el mismo contra la fría y dura roca. Esto lo hacen para que tanto el pico como las uñas crezcan nuevamente, fuertes y sanas, y les permitan afrontar una vida larga y llena de experiencias.
¿Acaso este proceso no es doloroso para el Águila? Sin embargo es totalmente natural y necesario, tanto como el fluir y el aceptar que lo único permanente en la vida es el CAMBIO.
Y al igual que el Águila, fijaos en la magistral metáfora que se esconde tras el mito del Ave Fénix, que cada noche muere ardiendo en llamas, para renacer de sus propias cenizas a la mañana siguiente, con toda su gloria, y mucho más fuerte que el día anterior.
¿Y por qué nos hacemos más fuertes y más sabios con el paso de los años…?
Por las experiencias que vamos afrontando, superando y acumulando en la estela evolutiva de nuestra vida. Cada experiencia por la que se atraviesa deja un surco que difícilmente se olvida, y que además permite su contemplación en aquellos momentos en los que se siente el frío de la noche oscura del alma, como han denominado algunos autores a esos estados existenciales en los que parece que uno va a encontrar la misma muerte, por el dolor y el sufrimiento que siente. Además, proporcionan nuevos recursos que, sin atravesarlas, no podríamos adquirir de ningún otro modo.
Cada vez que se traspasa una crisis, la persona que regresa de ese viaje no es la misma que a su partida. Por algo se dice que la palabra crisis etimológicamente significa cambio. Esa persona se ha visto obligada a mirar hacia dentro, hacia lo oscuro de su propio ser o hacia lo más ingrato que guarda dentro de sí, que bien puede adoptar la forma de defectos, miedos, complejos no superados, recuerdos y memorias de experiencias vividas, de personas o de situaciones que aquí y ahora no están, o la estela dejada por las desilusiones de los sueños rotos.
La buena noticia es que de las crisis se sale, a veces en solitario, y otras veces buscando apoyo en personas de nuestro entorno, o en profesionales que se dedican a la labor de ayuda; y esto sólo lo saben las personas que han hecho este viaje y que han regresado para contarlo.
Si te encuentras ante una situación crítica, pregúntate qué has de aprender de toda esa experiencia, y esfuérzate por mudar las uñas y el pico cuanto antes, no trates de huir del proceso, pues es toda una vida llena de experiencias y de reencuentros la que te espera, cuando estés preparada y empoderada para arrojarte nuevamente al mundo. Y como he mencionado más arriba, recuerda que pedir ayuda también es un recurso, y muy importante –por cierto.
Salir se sale, eso seguro. La naturaleza lo ha dispuesto así.
Autora: Inmaculada Asensio Fernández.
JO Inma, lo has definido de manera tan exacta a como lo siento yo que es , ha sido y podrá ser….Ojalá todo el que lo necesita lo viera así de claro y se parara a sentir a la vez que piensa…En fin lo hablaremos..Menuda foto, que belleza el otoño en la Alpujarra, se sienten los colores y la intensidad….Un abrazo. Marga.
Date: Fri, 14 Nov 2014 14:15:37 +0000 To: marga.mora@hotmail.com
Si querida Marga, qué claro se siente cuando ya se ha pasado por una, verdad? Un abrazote fuerte!
Inma eres toda una campeona, me gusta, me encanta tu narrativa, tu estilo, tu madurez y sobre todo la forma en que, con tacto, tratas el tema… eso del águila es precioso aunque no todos somos águilas… un muy bien¡
Todos somos águilas, sin lugar a dudas. Aunque no todos contamos con un buen espejo, para darnos cuenta. Un abrazo Enrique.
Tu articulo sobre la crisis me ha encantado.Te hacen falta mas semanas de vacaciones para escribir todo lo que tu quieras ,lo haces muy bien.
Un abrazo
Un abrazo María José,
Gracias.
Personalmente estoy en el proceso de arrancarme las uñas , me ha servido de mucha ayuda.
leo todo tus trabajos, me gusta mucho la forma que tienes de contar todos tus trabajos y reflexiones. Un abrazo Charo
Gracias .
Gracias Charo,
Yo también he pasado por el mismo proceso del águila. Un abrazo.