14 de septiembre de 2021
Desde que se popularizó el uso de internet y las redes sociales, han surgido muchas personas que lanzan hate (odio) a cada persona que no les gusta o con la que no están de acuerdo. Estas personas son conocidas como haters, y se caracterizan por odiar sin control y sin importar el contexto.
Has de saber que cuando una persona expresa odio a otra, es porque en algún otro aspecto de su vida está viviendo violencia y ha llegado a normalizarla, de manera que se convierte en un gran problema de cara a la sociedad. Curiosamente, los haters terminan replicando los mismos patrones de comportamiento de aquellas personas que los lastimaron en algún momento, pero sin analizar las consecuencias emocionales que esto puede tener.
Una persona adulta que recibe comentarios de un hater puede sentirse incómoda o molesta por esa actitud… pero no olvidemos que muchos y muchas adolescentes pueden llegar a quitarse la vida por su incapacidad de gestionar esas situaciones en los entornos virtuales.
Por mi parte, en mi interacción con los demás en las redes sociales he experimentado situaciones diversas, pero siempre han abundado -y con diferencia- las experiencias positivas.
Sí que he observado en los últimos dos o tres años que cada vez que escribo en este blog sobre temas de feminismo, machismo o violencia de género, hay personas que me dejan comentarios irrespetuosos, violentos y desprovistos de educación. La verdad, sólo me ha sucedido con entradas de blog que versaban sobre los temas enunciados, y afortunadamente no han sido muchos los comentarios, pero los suficientes como para plantearme qué puede llevar a una persona a agredir a otra sin siquiera conocerla.
Cuando eres una persona generadora de opinión te expones a la crítica ajena. Entiendo que las personas que disienten lo expresen abiertamente, de hecho, eso es lo esperable para enriquecer la comunicación, ya que ayuda a observar los temas u opiniones desde otro punto de vista, pero siempre con unos límites: respeto.
En alguna ocasión he participado en conversaciones sobre este asunto con otras personas que también escriben en un blog, o que tienen una gran actividad en las redes sociales. Una de ellas es el conocido nutricionista Julio Basulto, que antes de la pandemia estuvo de visita en mi ciudad para ofrecer una charla sobre nutrición, y justo estuvimos hablando sobre los haters. Él me confesó que ya había superado esto de sentirse molesto con comentarios irrespetuosos y desagradables, y que directamente borra esos comentarios y bloquea al hater en cuestión. No pierde el tiempo con personas que sólo saben vociferar y tratar mal a los demás.
“lo elimino y lo bloqueo, así de claro y sin contemplaciones… no se puede razonar con un hater, es una pérdida de tiempo”.
Ciertamente, conforme se van cumpliendo años va desapareciendo esa inquietud o preocupación por encajar en todos los ambientes y grupos, ya que la vida nos enseña que esto no es posible. Con los años vamos conociendo muchas personas que no están en sintonía con nosotros, incluso que nos molestan o a las que no caemos nada bien…, y no tenemos que buscar a toda costa la aprobación del resto.

Si disentimos, pero –como se suele decir- “no nos faltamos”, todavía podemos construir algo valioso: se llama diálogo. Pero si ese respeto no se hace visible o presente, lo único que nos queda, máxime con personas desconocidas y agresivas, es –como dice el gran Julio Basulto, ignorar, eliminar y bloquear.
No tomes nada como algo personal, cada cual está librando sus propias batallas.
ANTE LOS HATERS: IGNORAR + ELIMINAR + BLOQUEAR.
Además, no le puedes gustar a todo el mundo, no eres un sábado.
Inmaculada Asensio Fernández.
Totalmente de acuerdo, no se puede gustar a todos y a las personas que solo hablan para hacer daño mejor no caer en ese juego. Desgraciadamente hay gente que cree que la libertad de expresión incluye insultos y demás comentarios dañinos. #ignorar-eliminar-bloquear.
Gracias por tu comentario, Encarni.