Resolver problemas

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Abrir la mente es abrir el corazón.

La primera premisa para resolver problemas, sean de la índole que sean, es confiar en comprender la totalidad del mimo. Por ello tenemos que poner especial atención en los “puntos ciegos” como son: las suposiciones, los prejuicios y las formas de pensar que nos impiden tomar cierta distancia y ver las cosas con claridad. Por tanto la primera premisa es precisamente: TOMAR DISTANCIA. Cuanta más objetividad se alcanza, más alternativas podemos barajar. Y si no, ¿qué le ocurre a un ordenador cuando tiene muchos virus? Se bloquea y no puede trabajar o lo hace más lento y con más dificultad.

Veamos una serie de tips o cuestiones a tener en cuenta:

  • Cambia tu lenguaje, de negativo a positivo. Incluso es mejor hablar de reto, dificultad, desafío o incluso oportunidad en lugar de problema. Parece que llamándolo así se nos hace más manejable.

  • Define tu dificultad o desafío claramente ¿Qué te preocupa o te causa tensión o infelicidad? Escribelo con detalle.

  • Simplifica el problema y céntrate en lo más importante o acuciante para tí ahora.

  • Preguntate lo siguiente: ¿Cuál es la mejor cosa a hacer en este momento bajo estas circunstancias? No mates moscas a cañonazos. Reflexiona. Tienes derecho a no decidir nada ahora, si no encuentras la claridad que necesitas.

  • A veces la mejor solución al problema «en este momento» es irse a dormir, DESCANSAR. Con la cabeza a 100º no se pueden ver alternativas ni tomar decisiones… o si no ¿qué le ocurre a un ordenador cuando está infectado de virus..? SE BLOQUEA. Así pues, descansa hoy.
  • Escoge la que crees puede ser tu mejor solución, comparando aquí y ahora las alternativas posibles.

  • Antes de poner tu decisión en ejecución, pregúntate: ¿Qué es lo peor que me puede pasar si esto no me funciona? Haz que tus peores fantasmas cobren vida.

  • Dale forma a esa posible solución y plantéate… ¿cómo sabrás que estás avanzando en la dirección que deseas?

  • Acepta la responsabilidad de poner en marcha la decisión que has tomado.

  • Fija un plazo para llevarlo a cabo.

Un aspecto igualmente importante en este tipo de situaciones es el de aprender a escuchar. Cuando atravesamos momentos difíciles, por lo general, escuchamos sólo lo que queremos oír, y esto puede limitar mucho nuestras posibilidades, pudiendo quedar limitados sin darnos cuenta.

Cuando hablo de escuchar no me refiero sólo a lo que nos llega desde afuera, sino que me refiero sobre todo a nuestro propio diálogo interno, esa voz que siempre está ahí, ese testigo incondicional que viaja con nosotros. A esa voz tenemos que escucharla, pues nos arroja los pensamientos y creencias que tenemos acerca de toda la situación que estamos viviendo, y nos dan la oportunidad de cuestionar todo eso para ver la verdad que hay detrás de toda esa verborrea. Si no reflexionamos todo ese discurso interno, podemos equivocarnos y actuar de forma desmedida, imprudente o incluso equivocada.

Recordad que cuando el río está en calma, podemos ver el fondo, y cuando vemos el fondo vemos reflejada la luz del sol que está justo encima y que nos recuerda que cada mañana empieza un nuevo día.

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