Mis reflexiones sobre la muerte de Sandra Peña

Imagen tomada de: https://n9.cl/twtcrk Su familia no quiere que se la olvide

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Hablar de Bullying es hacer referencia a un sufrimiento humano que atraviesa generaciones. Sandra Peña es una víctima más (no es un caso aislado), y sus padres no quieren que nos olvidemos de ella, quieren que su recuerdo sirva para mirar de frente un problema no resuelto: la inacción frente al acoso escolar en los centros educativos.

La tragedia por la muerte de Sandra Peña ha removido dentro de mí sentimientos y cuestionamientos acerca de todas las posibilidades que se han perdido para evitar su muerte.

Mi propia vivencia con el Bullying, en mi época escolar allá por finales de los 80, me enseñó algo esencial sobre el dolor del silencio, y sobre la injusticia de la negación. En aquel entonces, en el Colegio Público Santiago (hoy llamado Maestro Padilla), el profesorado no intervino en absoluto. Eran consideradas «cosas de patio», y así se lo transmitían a mis padres: “no os metáis, los niños y niñas tienen que aprender a defenderse solos”. Esa mentalidad, tristemente normalizada, llevó incluso a que mi madre me aconsejara que, si alguien «se metía conmigo», yo respondiera con más fuerza. Aquella experiencia, aunque dolorosa, fue también una de las semillas que fortaleció esa parte de mi carácter que actúa con valentía y denuncia, y que no mira hacia otro lado.

Como profesional del Trabajo Social, con conocimientos para intervenir en situaciones de maltrato, no puedo evitar preguntarme por qué no se hizo nada para evitar la muerte de esta menor ¿Por qué no se actuó con las familias de las tres chicas que ejercían conductas abusivas, además de trabajar con ellas directamente? Se podrían haber puesto en marcha acciones de prevención en diferentes niveles: prevención primaria (para evitar que aparezcan situaciones de maltrato, trabajando con todo el entorno escolar y familiar), prevención secundaria (para detectar e intervenir en casos en los que ya hay señales de riesgo), y prevención terciaria (para frenar el daño y evitar que se agraven las situaciones ya existentes). Pero no se hizo nada, y esta es la conclusión más dolorosa.

Reflexionemos sobre la repercusión que un caso como este puede tener en los distintos actores que intervienen en una situación de acoso escolar, tomando como referencia lo vivido por Sandra Peña. Porque cuando ocurre una tragedia así, las consecuencias no se limitan solo a la víctima, aunque sin duda es quien sufre el daño más irreversible, sino que se extienden a todo el entorno: alumnado, familias, centro educativo, personas agresoras y sus familias, la estructura institucional y la sociedad en general.

La victima

Sandra Peña ya no está. Su muerte nos deja una sensación de vacío, pero también la necesidad de exigir la toma de responsabilidad. Detrás de cada caso de acoso hay una historia que muchas veces pasa desapercibida, y en el caso de Sandra, hasta que ya es demasiado tarde. El sufrimiento en los casos de Bullying suele ser silencioso, con sensación de aislamiento y de no tener salida… como le ocurrió a ella.

Con profunda tristeza, envío mis condolencias a la familia de Sandra Peña. No hay palabras que alivien un dolor así, pero os acompaño en el sentimiento y en vuestro duelo; su pérdida nos duele a todos.

La Consejería de Desarrollo Educativo y Formación Profesional

En el plano institucional, las respuestas no se han hecho esperar. Parece que ha emprendido acciones frente a lo sucedido: (1) una inspección en el centro educativo, además de (2) remitir la información al Ministerio Público, y (3) anunciar la apertura de un expediente administrativo para depurar las posibles responsabilidades que pudieran derivarse de esta falta de actuación. Por último, han anunciado también que (4) se va a llevar ante la Fiscalía toda la información recabada, al detectar que no activó el protocolo de acoso ni el de conductas auto-líticas.

En este apartado, también necesito reivindicar una cuestión que considero importante, y que afecta a la Consejería de Desarrollo Educativo, y es la falta de Trabajadores Sociales en los equipos de orientación educativa en Andalucía. Esta profesión la están extinguiendo en los equipos, con la excusa de que que para cualquier tipo de acción que puedan llevar a cabo estos perfiles profesionales, ya están los servicios sociales comunitarios (esto me lo comentó una coordinadora de equipo de orientación educativa de la Junta de Andalucía, en Almería). Lo puedes leer aquí.

Carmen Cabestany, presidenta de @No_AcosoEscolar, señala en una entrevista – aquí – la importancia de que los y las profesionales estén preparadas para detectar situaciones de maltrato en el entorno escolar y poder actuar ante ellas. En este sentido, me gustaría señalar que el Trabajo Social está plenamente capacitado para detectar e intervenir ante este tipo de situaciones en distintos contextos, por supuesto también en el educativo, tejiendo redes de coordinación con todos los actores implicados: al menos Educación, Salud y Familias, incluso en algunos casos Servicios Sociales. Nuestras competencias frente al maltrato están muy vinculadas al Telos (fin último) de la profesión de Trabajo Social.

Además, la figura del Trabajo Social en el ámbito educativo es esencial para garantizar una atención integral al alumnado, no solo en situaciones de vulnerabilidad, sino en la prevención, esto es, en la construcción diaria de una convivencia basada en el respeto y el cuidado. Su aportación va más allá de los aspectos asistenciales que todas las personas atribuyen a su cometido en los servicios sociales (la garantía alimentaria), esa que impide trabajar en asuntos verdaderamente nucleares con las personas y familias atendidas en servicios sociales, tal como apuntó Belén Navarro en las I Jornadas de Servicios Sociales en Roquetas de Mar.

Cuando se eliminan estas plazas de Trabajo Social, como está ocurriendo en Andalucía, no solo se pierde un perfil técnico, sino que se debilita la capacidad del sistema educativo para mirar con profundidad, acompañar con humanidad y prevenir antes de que sea demasiado tarde.

Trabajadora Social que se jubila, plaza que se extingue.

En Almería tradicionalmente han existido 3 plazas de Trabajo Social para toda la provincia en Educación, y ya solo quedan dos, debido a que se jubiló una de ellas y se extinguió. Pero lo dramático es que de esas dos, una de ellas ya está en extinción en la RPT (Relación de Puestos de Trabajo), de manera que cuando se jubile la colega profesional que la ocupa (sexagenaria) se perderá.

El medio escolar es donde más tiempo pasan las personas menores de edad, y donde más de cerca se pueden observar las situaciones de maltrato a la infancia.

El centro educativo

Teniendo constancia que tenía el centro educativo de lo que estaba sufriendo Sandra Peña, pues sus padres se habían reunido con el equipo para denunciar la situación de acoso escolar, y hoy sabemos que la inacción y un comunicado de pésame a los familiares hayan sido las notas características de su escaso nivel de responsabilidad… ¿Cómo podrán mirar a su alumnado sabiendo que la inacción pesó tanto? Ojalá este dolor sirva para repensar los mecanismos de cuidado en cada aula. Sabían, incluso, que estaba acudiendo a sesiones de psicología por este motivo, según he leído ¿Qué más necesitaban para dar un paso al frente y adoptar un rol defensor frente a la víctima? No se activó el protocolo de acoso, pero tampoco el de conductas auto-líticas. Dejaron la situación de Sandra Peña a su suerte, condenándola a la invisibilidad y a la muerte. Está claro que hubo inacción, aunque eso ya se dirimirá en sede judicial, pues además de la familia, la Junta de Andalucía va a llevar ante la Fiscalía toda la información que ha recabado en el Colegio las Irlandesas de Sevilla.

Las familias que forman parte de la comunidad educativa

Considero que todas las familias deben de asumir una rol de reivindicación y de exigencia de un cambio radical en la manera en que se aborda el Bullying. Ese compromiso empieza en casa, tomando conciencia de que nuestros hijos e hijas pueden comportarse de forma muy diferente en el entorno familiar por un lado, y en el escolar por otro. Muchas veces nos podríamos sorprender descubriendo que sus comportamientos son abusivos y de maltrato o desprecio hacia personas a las que consideran más débiles, quizás en la búsqueda de notoriedad o de aceptación grupal (identidad gregaria), o como forma de canalizar frustraciones, rabia o incluso el dolor de estar viviendo situaciones de abuso o maltrato en su propio hogar. Las causas pueden ser múltiples, pero lo que no se puede ignorar es que una persona que ejerce Bullying tiene una familia detrás.

Educar en la empatía es tarea de todos, no solo de la escuela.

Las personas alumnas de los centros educativos

Hay una cosa que ya está demostrada, el maltrato escolar es un asunto de grupo, y son necesarias personas cómplices que, o bien ríen «la gracia» a sus compañeras, o bien se callan y consienten, o incluso lo tapan. Esto es muy preocupante, porque sus acciones son negligentes y favorecedoras del Bullying. Esta lacra la tenemos que parar entre todos.

El silencio también es una forma de violencia.

Las menores acosadoras

Las personas que la dañaron irremediablemente, primero fueron amigas, después la despreciaron y humillaron de manera sostenida en el tiempo, con total impunidad. No veo mejor forma de malforjar el carácter de una persona en construcción, que no darle la oportunidad de reflexionar sobre las situaciones (daños) que genera en los demás. Si llevamos a cabo acciones que repercuten en otros, pero no tenemos desarrollada la conciencia moral, porque no recibimos auto-reproches, en todo caso sólo auto-alabanzas, respecto a nuestras acciones, estamos acaparando muchas papeletas para convertirnos en personas con una marcada predisposición a la negligencia, el daño y la inhumanidad.

¿Quién se encarga de enseñar a estas jóvenes lo que está bien y lo que está mal, para que puedan observar la diferencia? ¿Quién inculca valores adecuados a estas adolescentes? ¿Cómo es posible que, habiendo informado al colegio de lo que estaban haciendo con Sandra Peña (sus padres), no recayera sobre ellas ningún tipo de amonestación, consecuencia de peso, salvo cambiarlas de aula? (Se lo debieron tomar a risa, pues la medida es más que ridícula por sí sola, revela una especie de pobreza pedagógica y pasividad-resistencia frente al dolor ajeno). Es una negación de lo que está pasando en tu propia casa.

La impunidad genera violencia.

A mi juicio, estas tres menores deberían recibir algún tipo de consecuencia correctiva para impedir que la impunidad anide en ellas, abocándolas a comportamientos egoístas y dañinos. Quizás la justicia llegue tarde, pero aún puede enseñar algo, aunque sea de la manera menos deseable como sociedad, pues la prevención es mucho más útil que el castigo, no me cabe la menor duda. Pero en este caso, como no se hizo nada, pues ahora sólo queda la prevención terciaria, la que se centra el minimizar los daños y que no se vuelva a repetir.

La sociedad en general

Toda la sociedad debería exigir el tratamiento urgente de estos casos, y no mirar hacia otro lado cuando surgen, no negarlo o reducirlo a situaciones de conflicto en el patio del colegio, sin importancia. Con lo que ya sabemos, también gracias a las redes sociales, los casos de Bullying se replican en todo el mundo, no son hechos aislados.

No pretendamos tapar el sol con un dedo.

A ti, persona ciudadana de a pie: lee, critica, colabora en la construcción de una conciencia común sobre estas situaciones, no restes importancia, llama la atención ante comportamientos o comentarios que minimicen el Bullying, o que lo promuevan. Actúa en tu espacio relacional, no tengas actitudes pasivas, expresa tu disconformidad, aunque a veces pueda resultar un poco incómodo. No sabes la de infiernos que atraviesan muchos niños y niñas que sufren Bullying.

Como apéndice final, sobre la situación en la que se encuentra el TRABAJO SOCIAL EDUCATIVO EN ANDALUCÍA, comparto el enlace al Informe del Consejo Andaluz de Colegios Profesionales y Oficiales de Trabajo Social, a través de su comisión de Educación, sobre la situación y funciones del Trabajo Social en el ámbito educativo en Andalucía.

Si deseáis saber más, os comparto este magnífico artículo de opinión publicado por la querida colega profesional María José Aguilar Idáñez.

Inmaculada Asensio Fernández.

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