Una propuesta para combatir la tendencia a la maldad en el ser humano

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Ilustración de Catrin Welz Stein tomada de: https://goo.gl/zK8xZ

Como ya adelanté en otra entrada de blog, el Dr. Philip Zimbardo llevó a cabo una de las investigaciones psicosociales más famosas de la historia, en los sótanos de la Universidad de Stanford, y a la luz de los resultados obtenidos se establecieron las bases de la maldad en el ser humano…(https://goo.gl/ly56EI)

la capacidad del ser humano para hacer daño a otras personas existe y ha existido siempre, de hecho las personas aparentemente buenas, o que siempre han tenido un comportamiento intachable, bondadoso y solidario pueden volverse completamente malvadas si se dan las condiciones adecuadas”

En lugar de sentirnos victimas de la maldad de otros, o de nuestras propias maldades, propongo que tomemos conciencia de lo que podemos hacer al respecto, para crear un entorno lo más ecológico posible y nutritivo para todos. Vamos a recoger una serie de consejos que proporciona el propio investigador para contrarrestar los efectos de esa inercia natural hacia la maldad, y que se resúmen en este decálogo que se presenta a continuación.

El decálogo «antimaldad» -según Zimbardo

Todas las actuaciones se concretan en acciones en primera persona:

1. Me he equivocado. Es conveniente reconocer los propios errores. Tratar de justificarlos es el primer paso hacia las conductas negativas. Frases como «lo siento» permiten, en cambio, seguir adelante, y evitan disonancias cognitivas.

2. Estoy atento. No dudemos en dar un toque de atención a nuestra corteza cerebral: los detalles importan. Sobre todo en situaciones nuevas que nos hacen especialmente vulnerables a influencias externas. Es importante desarrollar un poco el pensamiento crítico.

3. Soy responsable. Nada de eludir la responsabilidad de nuestros actos entre los miembros del grupo (amigos, trabajo…). Tú eres responsable de lo tuyo. Date cuenta que en un ‘juicio’ posterior no sirven pretextos como «sólo seguía órdenes» o «todo el mundo lo hacía».

4. Afirmaré mi identidad. El anonimato y el secretismo encubren la maldad y debilitan los lazos con los demás. Cuidado con los estereotipos, las bromas y las etiquetas: hacen desaparecer la identidad individual.

5. Respeto a la autoridad justa. Atención a los pseudolíderes y falsos profetas. Hay que distinguir entre la autoridad que merece respeto y la que no (aquí es importante echar mano de los valores). Y son los padres, los profesores y las autoridades quienes deben educar en valores y enseñar a diferenciar entre lo que es respetable y lo que no.

6. ¿Aceptado o independiente? Somos animales sociales: las relaciones nos benefician. Hay entornos, como la empresa o la escuela, donde la presión para actuar en equipo puede llevar a acatar normas que van contra del bien social. Sin embargo, para ser aceptado no hay que sobrepasar ciertos límites. En este aspecto, es necesario tener una buena educación en valores. El cuerpo siempre avisa sobre lo que es bueno y hace bien, y lo que es malo y hace mal. Eso siempre se sabe.

7. Atento a las formulaciones. No nos gusta tener un 40% de posibilidades de perder, pero sí un 60% de ganar. Ambas cosas significan lo mismo, pero la manera de percibirlo cambia en función de la formulación elegida. Cuidado.

8. No pensaré sólo en el presente. Vivir en el presente es importante, qué duda cabe, pero no hay que perder de vista los compromisos pasados (forman parte de la historia, condicionan) ni el futuro hacia el que nos encaminamos, y que no se debe perder de vista pues es de todos y para todos.

9. Seguridad sí, pero ¿a qué precio? Cuidado con la fórmula de Fausto: ante una supuesta amenaza, nos podemos ver tentados a sacrificar parte de nuestra libertad –personal o civil– a cambio de seguridad. Desconfiemos de quien la ofrece.

10. Puedo oponerme a la injusticia. Hay distintas maneras de hacerlo: por ejemplo, retirarse físicamente de una situación donde otro controle por completo la información, la recompensa o los castigos. Si es con ayuda, mejor: pidamos a otros que se unan a la causa.

Hasta aquí el decálogo antimaldad propuesto por Zimbardo. Si te interesa el tema, puedes ampliar información directamente en su web: http://elefectolucifer.blogspot.com.es

Autora: Inmaculada Asensio Fernández

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