Atravesar una ruptura puede ser difícil, y a la par nos hace crecer

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Ciertamente las rupturas de pareja suelen ser dolorosas, y por ello hay un tiempo de duelo que, bien elaborado, da paso a una fase de acomodación a la nueva situación. En estos momentos tan decisivos de cambio, es importante darse el espacio para que toda la gama de nuevos sentimientos cobren vida y recorran el sendero que conduce al nuevo lugar: la libertad.

Con frecuencia hablo con personas que me transmiten sentimientos de frustración o resentimiento por relaciones de amor pasadas “truncadas”, en las cuales se han sentido abandonadas, no valoradas, ninguneadas, engañadas (etcétera) y eso les ha dejado una profunda huella que, aunque ellos y ellas no sean conscientes, les está afectando en su manera de relacionarse con los demás hoy día, incluso en su manera de recibir y manifestar el amor, el que llevan dentro y el que pueden recibir de todo lo que les rodea.

Recordemos que el AMOR es una necesidad básica, de hecho Abraham Maslow (principal exponente de la psicología humanista) la recoge en su famosa pirámide sobre necesidades básicas del individuo, y la jerarquiza en un nivel importante para el desarrollo y satisfacción de la persona. Él lo llama «necesidad de amor y de pertenencia», y alude a que éstas necesidades tienden a satisfacerse cuando las necesidades fisiológicas y de seguridad se han completado.

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Jerarquización de necesidades básicas según Maslow (1908-1970)

A la dificultad o incapacidad de dar y recibir amor yo lo denomino discapacidad emocional, en el sentido de que hay una importante parte de la persona que queda limitada en un aspecto concreto de la vida: AMAR. Es curioso. El sufrimiento aísla el corazón, lo amordaza y lo silencia… con suerte sólo por un tiempo. Hay personas a las que este episodio les dura un suspiro; sin embargo a otras les puede durar toda la vida. Ahora bien ¿cuál es el punto de inflexión entre unas y otras? En mi opinión ese punto está en la percepción que se tiene del problema; la manera de explicarse lo sucedido y el lugar que decide ocupar la persona en toda esa constelación de sentimientos hacia el otro y hacia si mismo.

Si no cambias de dirección, llegarás al lugar al que te diriges. (Antiguo proverbio chino).

Vivimos en la cultura de la confrontación, en la que cuando una historia de amor acaba, se buscan culpables, o se culpa a las situaciones, compromisos, a lo que se dijo o no se dijo… o incluso al propio desamor. Este aspecto en muchas ocasiones viene reforzado por las propias familias de origen, pues es en el seno de la familia donde aprendemos lo más importante sobre el amor y sobre el AMAR. Sin embargo, la cuestión está en que hay trajes que se van tejiendo poco a poco, como se teje la misma vida, y una persona sola no es capaz de dilucidar qué vino antes o qué vino después… si me dejaste tú o te dejé yo, si me dañaste tú, o fui yo quién te dañó a ti… pues son muchas las puntadas de hilo que hay que dar para obtener como resultado dicho traje.

Lo nuestro ha terminado. Tú eres el malo, o yo soy la mala ¿Qué hacemos con ésto? ¿Dejamos que condicione nuestra manera de relacionarnos entre nosotros y con las demás personas en los próximos años? La respuesta a esta pregunta puede llevarte al cielo, o al infierno… aunque hay personas a las que un paso por el infierno no les viene nada mal para aceptar los cambios… pero no para hipotecarse de por vida, pues en cierto modo sería algo así como comprar una billete de tren hacia ninguna parte… y ¿quién quiere viajar hacia ninguna parte?

El amor es un elemento debatido y discutido por muchos… poetas, escritores, filósofos, compositores, cantautores… y todavía no hay consenso sobre el ingrediente preciso para detectarlo, dejarlo aflorar dentro de nosotros y permitir, en su caso, que anide a sus anchas, de manera que llegue allí donde más se necesite. En mi modesta opinión, el amor es algo que ha de experimentarse en primer lugar dentro de un@ mism@, de forma que desarrollemos las capacidades precisas para reconocerlo fuera: en cada persona, en cada rostro, en cada gesto de aquellos que se cruzan en nuestro camino. Y ese amor no está condicionado ni es exclusivo a personas, cosas y situaciones, sino que es un amor más grande que nosotr@s mism@s y que lo envuelve todo. Es una posición, es una actitud, es una decisión en la vida.

En pareja, en solitario o como quiera que sea… el amor no puede serte arrebatado. Y si no lo sientes o no eres capaz de conectar con él, quizá sea un buen momento para plantearte ciertas cosas. Puede que “la vida” se haga cargo de que despiertes… si es que es tu momento. Lo que no es tan seguro es que sea de la manera que consideres más dulce o apropiada para ti ahora.

No importa. Dice una buena amiga que “El amor siempre gana”, y yo me pregunto: ¿Porqué no?

Os dejo con una canción de Extremoduro que bañó gran parte de mi adolescencia, y que dice

«Ama, ama y ensancha el alma»

http://www.youtube.com/watch?v=ZNH6FcxQh_U

 Autora: Inmaculada Asensio Fernández

Más información sobre Abraham Maslow: http://es.wikipedia.org/wiki/Abraham_Maslow

2 comentarios en “Atravesar una ruptura puede ser difícil, y a la par nos hace crecer

  1. Eladio Ruano dijo:

    Una entrada muy interesante, su lectura me ha atrapado totalmente. La necesidad de afecto y las relaciones humanas son tan complejas como apasionantes, aunque en realidad es todo mucho más simple de como lo solemos plantear en nuestra vida. Muchas gracias por compartir tu experiencia en estos temas!!!

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